Nuevamente aparece Temístocles Ortega o “Tito” –como lo llaman sus amigos– relacionado con escándalos de corrupción en este país y el Cauca. Ahora se conoce del apoyo a su pasada campaña de Carlos Julián Bermeo, fiscal de segundo nivel de la JEP comprometido en una operación delictiva de sobornos y narcotráfico, al lado del famoso “Tuerto” Gil, un personaje descompuesto de la política colombiana. Además, el actual representante Faber Muñoz hace parte de ese “combo” y de sus prácticas corruptas (Ver: Las conexiones políticas del detenido fiscal de la JEP).
No cae bien este tipo de noticias en las toldas del exgobernador y senador Ortega Narváez. Mucho más cuando entramos de lleno en la campaña electoral y “Tito” aspira a conservar el control de la Gobernación del Cauca, no solo para mantener el poder sino para ocultar otros escándalos y delitos que le respiran en la nuca, como el sonado caso de Indeportes, del que se libró de ser investigado y enjuiciado por su cercana amistad con Leonidas Bustos, el jefe del cartel de la toga.
Además, ese entramado de corrupción en el que abiertamente Ortega Narváez se introdujo, lo obligó a arrimarse y buscar el aval en Cambio Radical, para asegurar la protección del actual fiscal general Néstor Humberto Martínez y de su actual jefe político Germán Vargas Lleras. Así, “Tito” mostró su verdadera naturaleza corrupta, que hábilmente había logrado camuflar desde 1992, cuando fue elegido primer gobernador del Cauca por elección popular.
Desde ese tiempo Temístocles Ortega logró utilizar las causas sociales propias del movimiento social caucano para mostrarse como un político liberal-progresista mientras seguía —por debajo de la mesa— siendo un cuadro de la politiquería caucana al lado de Aurelio Iragorri Hormaza, Jesús Ignacio García y Guillermo Alberto Gonzáles, a quien salvó de ir a la cárcel por el famoso robo de “Probolsa”, usando ardides jurídicos e influencias construidas cuando fue magistrado del Consejo de Estado.
Usando ese doble perfil, ese doble rostro, uno de liberal progresista y el otro de experto clientelista y manipulador del poder, “Tito” se dio las mañas para engañar a importantes dirigentes indígenas y sociales que le dieron en 2011 el respaldo de la ASI. Con ese aval fue elegido por segunda vez como primer mandatario del departamento. Con esa práctica tiene todavía a muchas gentes engañadas, jugando a varias bandas para mantenerse al frente de la política local y regional.
En la actualidad, cuando la mayoría de la población está esperando que las fuerzas sociales, alternativas, progresistas, de izquierda y liberales honestos conformen una gran convergencia política para derrotar a toda la clase política corrupta tradicional, tanto a la que quiere revivir a personajes como Juan José Chaux Mosquera (preso por paramilitarismo) como a Jesús Ignacio García Valencia (quemado en 2014), se hace necesario separar la paja del grano para impedir que los mismos de siempre sigan al frente de la administración pública local y regional.
El Cauca ha dado señales en los últimos años que quiere un verdadero cambio. La lucha por la paz y por los intereses de las grandes mayorías que aspiran a resolver los eternos problemas de la región, exige desenmascarar a personajes tan dañinos como Ortega Narváez. Se necesitan nuevos liderazgos honestos y éticos para enfrentar la pobreza, desigualdad, discriminación, exclusión, y, sobre todo, para resolver los problemas relacionados con el aparato productivo, la crisis del sector agropecuario, la falta de empleo, y la necesidad de industrializar nuestras materias primas para entrar de verdad en una etapa de progreso y desarrollo integral.
Los “Titos”, “Fabers”, “Palomas” y demás personajillos deben ser derrotados. Es el momento.