Para mí la violencia es lejana, distante, invisible a veces. Aun cuando cada vez que prendo el televisor, escucho la radio o leo la prensa internacional, me encuentro con muerte, tristeza, barbarie. A pesar de que esta violencia yo la sienta tan lejana, mi pasado más inmediato, abuelos, bisabuelos, tíos y primos que han vivido el conflicto, la violencia y la guerra en carne propia. No obstante, mucho, o en realidad nada, sabemos de la situación del país, sin embargo, no es mi intención repetirlo.
Los orígenes de esta violencia que hemos vivido durante décadas son distintos y confusos, como tantos lo dicen somos un país sui generis, pero no solo por nuestro conflicto, por nuestras guerrillas o por nuestra violencia. Sino también porque somos un país hermoso, con culturas, paisajes, dialectos, lenguas distintas. Un país que ha intentado salir adelante a pesar de ser aquel del divino niño. Colombia el país que le dijo No a un plebiscito por la paz, pero que esto, en vez de detenerla, la impulsó para imponerse como una gran figura en la historia politica del siglo XXI no solo de Latinoamérica sino del mundo. Pero en el fondo Macondo, el pueblo que tiene que dar de que hablar y hacerse sentir, el pueblo de todos y de nadie. Es por eso que ahora, tenemos la posibilidad de cambiar un poco el Macondo que se imaginó García Márquez.
Abuelos maternos santandereanos, con perrenque y verraquera, abuelos paternos paisas, trabajadores y fuertes. Soy la recopilación de unas cuantas generaciones, soy la naturaleza de mi familia, de mi tierra. Soy la generación que está viendo la transición de la guerra a la paz, soy la generación que puede cambiar las cosas que puede ver y enseñar algo diferente; es por eso que el reto de la reconciliación en Colombia se está planteando como la necesidad de ampliar nuestra manera de entender el perdón. Es la hora de pasar a las acciones más allá de los sentimientos, estamos en el ahora y el futuro no espera. Nosotros, todos y cada uno de los colombianos decidimos cuál es ese futuro que deseamos ver y que nuestra descendencia perciba y viva. El reto está en educar para la paz, el amor, la reconciliación y trabajar por los procesos de no repetición.
La paz está en la puerta de nuestra casa y es nuestra responsabilidad, hacerla pasar y brindarle las condiciones necesarias para que se sienta cómoda y pueda quedarse. Este es el reto: que Macondo ya no sea el pueblo de penurias y muerte al contrario que sea aquel del que se diga que puede construir paz, que el pueblo se mueve y se levanta para recibirla y para confiar en que nuestras propias acciones le permitirán quedarse indefinidamente.
*Macondo: término entendido de manera metafórica e imaginaria de la historia vivida en Colombia desde una perspectiva de Gabriel García Márquez. Además, haciendo alusión a las características históricas que no cambian de forma inesperada y son constituyentes del territorio colombiano, es decir, la geografía.
