Terminamos de charlar con Lucía y ahí está Lina, su pupila, tiene 28 años, está aprendiendo a tejer y mientras hablamos recorremos la casa. “Este es mi primer bolsito y cuando tejo dejo allí pensamientos de fortaleza, porque en este momento estoy en embarazo y tengo mi otro hijo lejos… Estoy acogida por la Asociación, no tengo apoyo económico de ningún lado y le agradezco a doña Daira que me haya abierto las puertas. Acá me siento acompañada, apoyada, he aprendido muchas cosas como hacer accesorios en cartílago de pescao, trabajo en papel y a tejer. Llevo diez años en Bogotá y nunca he hecho el trámite para registrarme como desplazada, no sabía cómo hacer esta denuncia, pero acá me están apoyando para que lo haga”.
“Mi mayor lucha es aprender todo lo que me enseñen, sacar a mis hijos adelante y estudiar Radiología. Espero que mis hijos tengan un país en paz, que puedan jugar en los parques sin que haya peligro de que se los van a robar”.
Fotografía: Camilo Rozo
Lina cuida a los suyos desde la distancia: “En este momento no puedo estar cerca de mi familia, pero es mi mayor orgullo y tengo que levantarme todos los días para aportar mi granito de arena. Espero vender mis mochilas en el futuro, eso me motiva”.
