Murieron con gloria abrazando y cubiertos por el tricolor nacional, algo así dijo el comandante de la FAC intentando consolar a familiares de Jesús Mosquera y Sebastián Gamboa, suboficiales que —aunque Mosquera no quería, según manifestó a su padre— fueron encaramados en un helicóptero para ejecutar maniobras arriesgadas y entretener a los asistentes a un evento programado durante la Feria de las Flores de Medellín del 2019, patrioteramente promocionado como año del “Bicentenario de la Independencia”.
“Te voy a hacer una patria en el aire”... podríamos parafrasear el vallenato de Escalona sobre el concepto de “patria” que las elites económicas y políticas que reemplazaron a los realistas les vendieron a los blancos pobres, negros, indios y mestizos, que casi borrados de los libros de historia fueron carne de cañón en los ejércitos que combatieron en las batallas del Pantano de Vargas y Boyacá, mientras los "próceres" se repartían las haciendas, cuantiosas comisiones de los primeros préstamos internacionales que gestionaron con los ingleses y tasajeaban las demás riquezas, que antes de la conquista pertenecieron a los indígenas y después, a los españoles derrotados.
Desde entonces todo ha sido igual y en las numerosas guerras civiles que sostuvieron liberales y conservadores, después de 1830, las avanzadas de los bandos enfrentados acompañados por curas, algunos de armas tomar, cual plagas de langostas, iban camino a enfrentarse con sus rivales reclutando a jóvenes esclavos, libertos, indios, peones de hacienda, parroquianos de las aldeas y de paso violando mujeres, llevándose el dinero y joyas que sus propietarios no alcanzaban a esconder, además de los caballos, mulas, ganado y víveres saqueados en los pequeños fundos y haciendas que se topaban en el camino, para después de la victoria repartirse entre jefes y fieles escuderos las mejores tierras y altos cargos administrativos y diplomáticos del gobierno; mientras los sobrevivientes del pueblo raso, algunos mutilados, volvían a sus aldeas con alguna medalla de latón como premio a su “heroísmo”, algún botín que alcanzaron a esconder de la avaricia de sus oficiales, eternamente esperaban una pensión, como “el coronel no tiene quien le escriba”, o vagaban desarrapados por las incipientes ciudades en muletas mostrando sus muñones implorando la caridad pública.
Paradójicamente, al mismo tiempo que en Medellín caían del helicóptero los dos suboficiales absurdamente sacrificados, avanzaban las investigaciones por multimillonaria corrupción administrativa adelantadas contra el general Romero y otros dos oficiales de la cúpula militar enemiga del proceso de paz, promovida por el presidente Duque, a pesar de objeciones presentadas por congresistas, políticos opositores y organizaciones nacionales e internacionales defensoras de los derechos humanos, que los vinculaban con ejecuciones de civiles inocentes y desarmados `presentados como “guerrilleros muertos en combate”, más conocidas como “falsos positivos”, registrados en más de 3.000 casos, durante el primer gobierno de Uribe.
También, amparados en este falso y manipulador concepto de “patria”, la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez, mancomunada con la ministra del Transporte Ángela María Orozco, ambas exejecutivas del grupo Sarmiento Angulo, quince días antes que el Tribunal de Arbitramento se pronunciara sobre la demanda contra el Estado interpuesta por el consorcio constructor, querían firmar un acuerdo para reconocerles $1.2 billones de pesos a los bancos, “de buena fe”, que les prestaron a Odebrecht, Corficolombiana (del grupo Sarmiento Angulo) y Consol, para la construcción del tramo 2 de la ruta del Sol, salpicado por los sobornos previos a su adjudicación.
De esos 1.2 billones alegremente sacados del presupuesto nacional para financiarlos con “Bonos del Tesoro” (más deuda pública a pagar por todos los colombianos) y en complicidad con el ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla, $600.000 millones irían a cuatro bancos del grupo Aval, de Sarmiento Angulo, el mismo que también había impuesto a su abogado estrella, ‘Funestor’ Martínez Neira, como Fiscal General, para que desvinculara a Corficolombiana del pago de sobornos que hicieron con Odebrecht. Al final el Tribunal de Arbitramento en efectivo sólo les pagará cerca de $25.000 millones del total de los $6 billones por los que habían demandado al Estado.
Es la puerta giratoria de los altos funcionarios de la empresa privada que van sin ruborizarse al sector público, a hacerles mandados a sus jefes de los grandes grupos económicos, legales e ilegales, que con fichas claves enquistadas en altas esferas del Estado, manipulan las políticas, planes de desarrollo y alegremente disponen del presupuesto nacional como si fuera plata de bolsillo para incrementar sus riquezas.
Sin pudor, también se enriquecen los familiares de esta élite gerencial amancebada con los políticos amparados en el tráfico de influencias entre sus familiares y amigos para incrementar sus fortunas haciendo de testaferros, o sirviendo de abre puertas, como lo hicieron los hijos del expresidente Uribe, que en Panamá y durante el primer gobierno de su padre, fueron los primeros contactos con directivos de Odebrecht, para que con los hermanos tristemente célebres hermanitos Nule entraran al país a sobornar a sus anchas.
Es la Patria Boba y en el aire, para el pueblo raso y el "alma" de los suboficiales de la FAC, mientras la de tierra y riquezas la acaparan las élites, que invocan el “amor patrio” cuando necesitan al pueblo como carne de cañón… y ellos se broncean y amigablemente conversan con sus "rivales" en las playas de Miami.