El cine es esto: un espejo que conoce mil maneras de reflejarnos tan desnudos como nunca admitiremos que lo estamos a diario. El buen cine da frío como un mal viento y a veces incomoda. Hay películas que al final de la proyección la mejor crítica que pueden recibir es un silencio pronunciado que dice que todo eso que viste afuera se te ha quedado adentro. Hablaré de tres películas ahora que el tío Oscar viene caminando con su bastón justo a tiempo para entregar sus premios. Considere estas letras una invitación a ver las tres.
HER (Mejor guión original)
Alguien podría creer que esta película habla de las nuevas relaciones sociales en la era de la comunicación. Yo pienso que es un tratado contemporáneo sobre la soledad. He aquí una mirada a la fragilidad emocional en un momento en que lo virtual no es una realidad alterna (como una ficción) sino parte misma de la realidad. Deliciosa visualmente y delicada y fluida en la trama es esta obra de SpikeJonze. Aquí está el Premio Oscar a mejor guión, la historia mejor escrita para el cine en el año que pasó.
Piensa: tienes un iPhone y adentro está Siri, esa humanizada voz computarizada que te atiende, está cerca y dispuesta, incluso es divertida. Es más: es la voz de Scarlett Johansson la que te habla. Se ocupa de tus cosas y no espera tus órdenes, solo tu aprobación. Ella incluso opina. Y aprende. Tu trabajas escribiendo cartas en un momento en que ya ni siquiera usas un teclado para el computador. La vida está en un comando de voz.
Te enamoras de Ella.
Te enamoras de esa presencia incorpórea.
Te enamoras de esa ausencia que te acompaña.
No creas que estamos lejos de eso, de ese futuro cercano que ya empezó. Uno de los gestos más hermosos del guión es que no hay un juicio moral por este amor, solo una narración en que las decisiones sobre cómo sentirse las toma el espectador.
Dios es de silicio y nació en Silicon Valley.
La gente está tan sola.
12 AÑOS DE ESCLAVITUD (Mejor película)
Soy ateo. Y mientras veía esta película sentí que el alma existe: me dolía justo ahí.
Soy negro. La suposición podría prever que la historia real de Solomon Northup, hombre libre —también mulato como yo— que fue esclavizado por 4.380 días o 144 meses o 12 años me afecta por un asunto de piel. Pero no fue eso: todo el tiempo pensé en el secuestro en las montañas de Colombia, en la trata de blancas en cualquier región lejana. No es el año1841, son los días de hoy los que pueden verse también en la pantalla detrás del dolor del hombre raptado, separado con engaños y violencia de su esposa y dos hijas, sometido, castigado sin culpa, abusado y sumergido hasta la asfixia en las aguas pantanosas del peor lado de los seres humanos.
Un violín calla. Un látigo lastima. La voluntad de un hombre se quiebra y no conoce más caricia que las ampollas de sus manos en el campo de algodón.
Duele como un azote. Marca, como el fuego sobre la piel.
Y por momentos te reconcilia, como un abrazo.
Imposible ser indiferente ante 12 años de esclavitud. Difícilmente te comes las palomitas de maíz en la sala del cine si te asiste algo de humanidad. Aquí está el premio Oscar a mejor película: te recuerda que el cine es arte.
12 años de esclavitud es el Diario de Ana Frank si aquel diario y Ana tuvieran un final distinto.
GRAVEDAD (Mejor director)
Hay que ver qué tan lejos puede ir el ser humano para encontrarse consigo mismo.
El director Alfonso Cuarón buscaba un lugar callado para contar su historia, lo encontró justo sobre nuestras cabezas. Metáfora perfecta del silencio y la huida. Allí, entre trajes de astronauta, relata —casi en tiempo real— un drama interior desde el espacio exterior. Puedes ver las astillas de la estación espacial orbitando en busca de la próxima colisión o la vida hecha pedazos de la doctora RyanStone.
Una sobresaliente Sandra Bullock y el gentleman George Clooney componen un paisaje tan precioso a la vista como la visión del planeta tierra desde el perspectiva en que nunca nos situaremos vos y yo. Gravedad lleva el peso en las palabras y aún así las imágenes resultan inolvidables.
Todos tenemos algo pendiente con nosotros mismos, eso es lo que nos recuerda esta cinta. Aunque afuera haya acción y desespero la verdadera acción está en el pensamiento. Aquí está el premio Oscar al mejor director. Es íntima y suya la voz en medio del silencio, del diálogo y del monólogo. Alfonso Cuarón juega en las grandes ligas hace años y no pierde en el iris de sus ojos la mirada de su raíz: esa sensibilidad latinoamericana que da un tono exacto a esta historia escrita en compañía de su hijo Jonás. Cuarón, mexicano universal.
Te invito a cine. Por hoy pasemos de largo detenernos en otras noticias.
Las películas que más me gustan tienen los efectos especiales en las palabras.
@lluevelove