Iba a escribir sobre otro tema, pero la sorpresa al ver la foto recién tomada de la lagartijita en el computador, me hizo cambiar de idea. ¡Oh!, exclamé, está mudando de piel. Ciertamente se aprecia con toda claridad en la foto que comparto con ustedes. Cabeza y cuello ya con los colores brillantes, el cuerpo todavía recubierto por esa fina capa que ya se está desprendiendo y que lo hace ver más opaco. Qué lindo.
Más ejemplos de las transformaciones en la naturaleza : el primero muy conocido y de lo asombroso no deja de ser vigente, la oruga que se convierte en mariposa. El águila dicen que cambia pico, garras y plumaje. El pulpo mimo de Indonesia que logra adoptar hasta 15 formas semejantes a los animales con quienes convive. Y sin ir muy lejos están todos aquellos animales que cambian su color, camaleonicos, para lograr mimetizarse con el entorno y no ser devorados por sus depredadores. ¿Tenemos los humanos características semejantes ?
Me pregunto entonces: ¿Cambiaremos de piel los seres humanos ? La respuesta es obvia, Sí, los seres humanos cambiamos nuestra piel física, continuamente. La piel, órgano del ser humano con significado vital. La piel acoje o rechaza; la piel permite el contacto o pone una barrera; la piel deja entrar o expulsa. A nivel físico la piel hace todo esto con químicos, bacterias, agua, desechos, toxinas, medicamentos, lociones. Con el sudor ayuda a purificar. Con parches de opiáceos ayuda a controlar el dolor. Así es la piel, multifacética.
Pe mi pregunta va más allá, va al interior de cada quien, va a la « piel » que queremos mostrar a los demás. Esa « piel » que son nuestras actitudes, comportamientos, pensamientos y sentimientos que los demás « ven » cuando nos vamos acercando a ellos. Esa « piel » que puede cambiar de bondad a maldad según queramos ; de honestidad a desfalcar totalmente ; de verdadero a falso, mentira, sin casi siquiera inmutarnos.
La piel de gallina de la emoción intensa;
el sonrojo facial del deseo; el rojo encendido de la cólera
La piel exterioriza nuestras emociones, pone de manifiesto nuestros pensamientos, revela nuestros más profundo misterios. Aún lo que quisieramos ocultar, la piel lo muestra sin tapujos. La piel de gallina de la emoción intensa; el sonrojo facial del deseo; el rojo encendido de la cólera. Nos ponemos lívidos ante el pánico, o blancos con el desmayo. Las alergias nos dan brote, erupción ante un conflicto personal. Un eccema repele, invita a no tocar ; una piel sana atrae. La piel ceniza de la tristeza de una muerte cercana. ¡Qué cantidad de « pieles » !
Permitimos el contacto piel a piel, o no,
según el grado de intimidad que deseamos
La piel también marca el tipo de relación que tenemos con otra persona. El contacto físico, o la falta de él, revela nuestros deseos, intenciones y límites con nuestro semejante. Permitimos el contacto piel a piel, o no, según el grado de intimidad que deseamos. También para lo mismo la dejamos al descubierto o la cubrimos con ropajes. Es una forma -no verbal- de proponer, aceptar o rechazar. Otra forma para decir: sí o no.
Podemos al observar nuestra piel física y conocernos un poco más, conocer aquello que no nos gusta de nosotros mismos al ver sus enfermedades, o darnos el placer de ver a traves de una piel sana, reluciente, nuestro buen actuar en el mundo.
Cambiamos de piel según los valores, creencias, hábitos, comportamientos que decidimos tener y actuar. Así, no solo en el físico, cambiamos de piel, si queremos. Nuestra piel exterior revelará nuestro bienestar interior, como tambien podrá revelar que nos hemos convertido en actores al vestir la piel de oveja, ocultando muchas veces nuestro real ser.
Con el transcurrir de los años podremos apreciar sus arrugas, manifestando una vida vivida a plenitud, con sus altos y bajos, cual colinas y valles de ellas, de las arrugas, que se formaron con nuestros pesares, angustias y con la superación personal. Incluso llegan -las arrugas- a ser signo de sabiduría, respeto y veneración por ese ser que las porta.
Como la lagartija de la foto, podemos reavivar y renovar nuestros colores humanos. Nos atrevemos a cambiar de piel. Podemos desprendernos de pieles « máscara », creando la que el alma, nuestra alma, nos invita a mostrar.