Todos tenemos derecho a servicios de calidad. Si como en el caso de Bogotá, el gremio de los taxistas no lo presta bien, ¿Por qué no permitirle a Uber que lo haga?
No recuerdo cuando fue la última vez que me haya subido a un taxi en Bogotá y me haya sentido a gusto. De hecho, creo que nunca ha sido así. Hay conductores que tratan de hacer bien su trabajo pero siempre hay alguna falla que no le permite a uno sentirse completamente cómodo en uno de esos vehículos. O el taxi es muy viejo y está sucio, o la música está muy fuerte o no es la de preferencia del pasajero. O el taxímetro está muy viejo y sospechosamente parece moverse más rápido que el mismo taxi, o ni siquiera está prendido y toca pagar la carrera al cálculo del taxista. O el conductor comienza a contar sus aventuras en las noches bogotanas, o a maldecir políticos por la congestión en la ciudad. O la lista de precios de la carrera no está donde debería estar o la cara del conductor no es ni parecida a la del que aparece en la tabla precios, entre otras muchas cosas. Y ni mencionar cuando deciden tomar atajos por calles desoladas que solo ellos conocen, donde a uno como pasajero no le queda sino encomendarse a Dios o si es católico al Divino Baby pues en cualquier momento le pueden hacer el paseo millonario. Estoy seguro que si se abriera una convocatoria para que la gente pudiera enviar sus historias de taxi, no serian pocas las que llegasen y no todas muy agradables. Hay que reconocer que las aplicaciones virtuales como Tappsi han mejorado el servicio un poco pues hay un grupo de taxistas que quieren hacer las cosas bien, pero todavía no son suficientes para cubrir la demanda de buenos carros y buen servicio en Bogotá.
Desafortunadamente la mayoría de los choferes de taxi han llegado a serlo porque no hay nada más que hacer. Cómo los requisitos para desempeñarse en este trabajo son simplemente tener una licencia válida, que en nuestro país del Sagrado Corazón no es difícil de obtener, y algún conocido o padrino con taxi, la formación académica o de atención al cliente es lo último que les importa. Para contrarrestar estas situaciones incomodas a las que todos nos vemos enfrentados cuando por cualquier motivo no podemos sacar el carro de la casa llegó Uber. Para quienes no saben muy bien de que se trata es simplemente una multinacional que ofrece servicio virtual de conductores (se hace por medio de una aplicación en teléfonos inteligentes) a un costo entre un 25 a un 40 por ciento más que una carrera de taxi normal. Hasta aquí lo único que difiere usar Uber de taxi express o cualquier empresa normal de taxis es el precio. Además de eso, cuál es la diferencia? Pues son varias y muy buenas por lo demás. Comencemos. No cualquiera puede trabajar en Uber.
El servicio al cliente está plenamente garantizado. Usted, el cliente, tiene la prioridad de escoger la ruta sea corta o larga y no está supeditado a que su ruta le sirva al taxista para que le ofrezca el servicio. Al abordar uno de estos carros lo primero que llama la atención es el estado y la limpieza del vehículo. Todos son de modelos muy recientes o nuevos. Ya a bordo, usted, el pasajero puede escoger la música o emisora que quiere escuchar, el volumen, la temperatura y no se sorprenda si su conductor le puede contestar preguntas en inglés. Como si esto fuera poco, también puede disponer de algún tipo de refresco y snack si así lo quiere. Esto de por sí ya hace su recorrido mucho más agradable en las concurridas calles de la ciudad. Además de lo anterior, apoyados por ayudas tecnológicas los conductores de Uber ubican las mejores vías para evitar al máximo trancones o embotellamientos. Como la seguridad es primero, usted puede estar tranquilo que su conductor no va a tratar de meterse por donde no cabe, andar como loco a toda velocidad o irrespetar semáforos y señales para tratar de llegar a su destino como sea.
La otra ventaja de Uber es que el pago se hace por medio de tarjeta de crédito, lo que evita que los conductores y pasajeros si quieren, lleven efectivo a bordo que los puede hacer blanco de los amigos de lo ajeno que por estos días pululan en Bogotá. Como pueden ver Uber ofrece lo que realmente se puede catalogar como un servicio de calidad. Desafortunadamente los taxistas tradicionales están todavía muy lejos de llegar a ello. Aunque quisieran lo podrían hacer si se preocuparan por tomarse su profesión en serio y prepararse para eso. Y qué bueno que así fuera. Evidentemente, como yo, hay muchas personas que estamos dispuestos a pagar un poco más por un servicio que cumpla todas las expectativas de confort y seguridad. Me parece desafortunado que los propios taxistas en lugar de pensar en mejorar su servicio y por ende obtener más clientes, se dediquen a criticar algo que está lejos de ser competencia para ellos pero que si puede conminar a mejorar y levantar la imagen de un gremio que por de por sí no tiene muy buena fama ni acogida en la capital pues se usa porque no hay más.