Todos estamos locos, Lucas. Sí, la Inteligencia Artificial nos tiene «botando corriente».
Que se van a terminar muchos trabajos, pero también se van a crear otros. Que la IA algún día será la que nos domine a los humanos, que serán inútiles ya los periodistas, los locutores, los pintores, los diseñadores y mil etc. más.
Para muchas otras personas lo de la IA es lo mejor que ha sucedido. Escribe, dibuja, crea diseños espectaculares con solo decirle al programa específico que es lo que queremos. Como por arte de magia la aplicación nos entrega un texto que nos hubiese tomado tiempo escribir, o un bello diseño que impacta o restaura una fotografía en un parpadeo.
Pero como decía mi abuelita: el asunto tiene tanto de largo como de ancho. Por un lado la IA ayuda a mejorar la atención médica; a que los vehículos que nos transportan sean mejores y más seguros. También podemos acceder a información en par segundos, y claro la robótica equipada con IA permite que los seres humanos no realicen tareas que podrían poner en riesgo la vida, además de otros menesteres que harían mejor y más cómoda la vida de la humanidad.
Por otro lado, la IA puede ser usada para producir desinformación en muchos aspectos de la vida cotidiana. No menos riesgoso es que al estar incorporada a modernas armas podrían ser programadas para causar daño. Además, los expertos señalan que la IA puede tomar decisiones que favorezcan a un grupo determinado. La privacidad también parece estar amenazada al utilizar equipos de reconocimiento facial o para crear perfiles falsos, etc., etc.
Es por estas razones y muchas más que se están tomando medidas para regular ese extraño fenómeno tecnológico que ha invadido la tranquilidad de la humanidad. Bueno, no la tranquilidad, más bien la cotidianidad de ese «simio erguido» que a veces nos olvidamos que somos.
Por ejemplo, durante el 2º Foro Mundial realizado el 5 y 6 de febrero del año sobre el que andamos, y en el que se habló sobre la ética de la IA, se abogó por la aplicación de una ética en el uso de las IA.
Destacados expertos hablaron sobre los retos que plantea la IA, las desigualdades que puede ocasionar al predominar en algunos países la aplicación de esta tecnología respecto a otros que apenas se están asomando al conocimiento de ellas.
Se propuso además la creación de un Observatorio Mundial de Ética de la IA, y se hizo énfasis en que lo importante no es que se legisle sino que se hace necesaria una “coordinación mundial para compartir conocimientos y construir un ecosistema de IA que beneficie a todos”.
El Parlamento Europeo aprobó ya una regulación acerca del uso de la IA con base dicen los informes «en el peligro que conlleva su uso». Esto sin menoscabar lo que se puede hacer y lo que no para no limitar el ritmo del mundo en lo que tiene que ver con el progreso y la ciencia.
La nueva ley prohíbe la utilización de cámaras de reconocimiento facial en tiempo real y solo se permitirán en caso de terrorismo o la búsqueda de menores secuestrados, pero siempre bajo autorización judicial, señala la norma.
Así mismo los sistemas como el ChatGPT obligaran a respetar los derechos de autor, pues, como sabemos este sistema es considerado por muchos el más grande plagiador de la historia de la humanidad al utilizar para dar información recabada por seres humanos si dar crédito alguno a quien realizó el trabajo inicial. Además, ojo, se deberá informar si el contenido que se usa ha sido generado con esta tecnología.
Señala el informe que: «también se alertará de los deepfakes: videos y fotos muy realistas en los que aparecen personas en las que resulta muy difícil distinguir si son reales. En estos casos, será obligatoria una marca que señale su procedencia».
Se ha señalado que se podrán imponer multas dependiendo de la infracción y tamaño de la misma.
“Este es un día histórico en nuestro largo camino hacia una regulación de la Inteligencia Artificial», dijo el legislador italiano Brando Benifei, uno de los ponentes del texto, junto con el rumano Dragos Tudorache.
En su último discurso antes de la votación, Benifei dijo que se trata de la «primera regulación en el mundo que define un camino claro hacia un desarrollo de la Inteligencia Artificial centrada en los seres humanos».
Por su parte, Tudorache dijo que «hemos logrado un equilibrio muy delicado entre el interés por la innovación y los intereses que deben ser protegidos».
La ley se espera que entre plenamente en vigor en 2026, aunque en los próximos meses empezarán ya aplicarse algunos puntos.
Así andamos en lo que a la IA se refiere, pues además de servir también puede causar mucho daño, y eso es lo que se trata de evitar regulando su uso.