La memoria es algo traicionera, en especial si se trata de la memoria colectiva de esta sociedad en la que los escándalos duran lo que dura un titular de prensa. Tal vez esta amnesia comunitaria es el mejor cómplice de los bandidos y los corruptos que, si logran aguantar el primer chaparrón, agazapados y calladitos, pronto salen del problema. Están seguros que cuando todo se silencie se pueden “arreglar” las cosas por debajo de la mesa.
En olvidar y no hacer seguimiento es experto este gobierno que sólo parece tener capacidad mental para la paz. Eso está bien y debe abonársele a Santos, que persevere con algo tan importante. Otros se han cansado antes y con menos tropiezos han tirado la toalla, pero ahora tenemos un presidente obstinado en lograrla, así muchas otras cosas se le olviden.
Reficar, la Policía, los atrasos en obras públicas
como el Túnel de la Línea y muchas
de las obras de las regalías son ya casos emblemáticos
Claro, sería deseable que le hiciera el mismo seguimiento y le diera la misma importancia a la lucha contra la corrupción que tanto ha anunciado, porque las cosas que deja pasar sin que se corrijan son graves, tanto que miles de millones del presupuesto nacional, se han embolatado sin que nos den explicaciones convincentes. Reficar, la Policía, los atrasos en obras públicas como el Túnel de la Línea y muchas de las obras de las regalías son ya casos emblemáticos en los que no se adelanta ni un centímetro de un segundo como diría Maduro, en la búsqueda de responsabilidades. Son casos que no pasan de la bulla inicial.
Para los escándalos de la Policía Nacional se creó una comisión de investigación y ya sabemos en lo que terminan las comisiones. Llevan casi un año dizque averiguando los distintos escándalos que se han sucedido allá, desde la sociedad del anillo, hasta los sistemas de compras, pasando por la cohabitación con el microtráfico y nada de nada. Es más, cuando se produjo el último escándalo propiciado por la trasmisión de un video en el noticiero de Vicky Dávila que produjo la salida de ella y del general Palomino, se supo que esa tal comisión no se había ni siquiera conformado legalmente. Apenas había sido anunciada con bombos y platillos en la Casa de Nariño unos meses antes y nada más.
Desde entonces hasta ahora, tampoco ha pasado nada, solo que fue necesario como nos contaron hace poco, ampliarle el plazo que le había fijado el gobierno para presentar sus hallazgos, pero no nos contaron por qué necesitaban más plazo, ni qué han avanzado hasta ahora. Puede ser que en estos meses tampoco se haya reunido y para hacerlo necesiten un tiempito adicional para cuadrar las agendas de los prohombres que van a limpiar la policía.
En el caso de Reficar, una planta petroquímica en construcción en Cartagena que se ha tragado más del doble de su presupuesto inicial y todavía no opera al cien por ciento, las cosas son peores. Allí están involucrados altos personajes del actual y el anterior gobierno, desde el ministro de Hacienda para abajo tampoco pasó nada.
La Contraloría General de la Nación anunció los hallazgos y generó un escándalo mayúsculo que duró algo así como dos o tres semanas. Pero en eso quedó, nadie volvió a decir nada, ni a contra argumentar las defensas de los involucrados que aseguraron, sin ponerse colorados desde sus cómodas posiciones, que no se trataba de corrupción, sino de mala planeación, malos socios y mala ejecución. Pero eso sí, no se hizo de mala fe. ¿La Contraloría se calló? ¿La Procuraduría no está interesada? ¿El gobierno no quiere averiguar? ¿No hay que repetir fiscalmente contra nadie? Silencio. Reficar y la Policía duermen.
Nuestra memoria es tan corta que las tareas pendientes se parecen a esas pesadillas que se olvidan apenas despierta.
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