Las tareas son actividades sobre temas vistos en clase que son enviadas a los estudiantes para ser realizadas en casa después del horario escolar. Aunque estas han estado presentes a lo largo de la historia y han ocupado un lugar esencial para la formación de los estudiantes, hoy en día están siendo cuestionadas por los múltiples agentes que hacen parte de la complejidad educativa, es decir, estudiantes, padres, docentes y expertos en la educación.
Se sostiene que las tareas son una forma de practicar los temas vistos en clase, de esta forma se propicia el consolidar los conocimientos y no perderlos por falta de práctica. Asimismo, aquellos que están a favor argumentan que las tareas permiten a los estudiantes adquirir hábitos al tener que dedicar unas horas de trabajo individual en casa, lo cual fortalece la disciplina y el esfuerzo.
Si bien, estos argumentos son válidos, en la postura mencionada se asume entonces que la tarea sería la estrategia por excelencia para lograr una práctica eficaz de contenidos de clase y para desarrollar en estudiantes virtudes como la disciplina y el esfuerzo, sin embargo, debo decir que difiero de esta perspectiva.
El argumento que para mí es esencial para abordar una posición contraria a la presentada anteriormente es la jornada escolar de un estudiante. Estos deben levantarse a las 4 ó 4:30, estar en el colegio de 7 de la mañana a 3 de la tarde y llegar a sus casas a las 5 o más, si se tiene en cuenta el tráfico caótico de nuestra ciudad. Al llegar a casa tienen una rutina de tareas que puede variar entre 1 y 2 horas, comen y se acuestan temprano, ya que debe madrugar para el otro día.
Es claro que esta es una rutina extenuante en la que el niño o adolescente no tienen un espacio para distanciarse de las labores académicas y mucho menos para hacer otro tipo de actividades que pueden ser igualmente favorables para su formación, como lo puede ser compartir con la familia o realizar algún deporte o hobbie. Adicional a esto, las tareas se están convirtiendo en un disparador de conflictos familiares en una sociedad en la que tanto padres como madres tienen también horarios laborales extensos y en la que se ven obligados a exigir a sus hijos el realizar las tareas en los únicos espacios que tienen entre semana para compartir con ellos, espacios también esenciales para ejercer su labor formativa como padres de familia.
Frente a lo anterior y teniendo en cuenta los argumentos que considero más fuertes para persistir en la práctica de las tareas escolares, más que una respuesta me surgen las siguientes preguntas ¿no es el colegio el encargado de propiciar aquellos espacios de práctica de conocimientos que permitan consolidar el aprendizaje? ¿No son suficientes las 8 horas diarias de jornada escolar para lograrlo? Y ¿no existen otro tipo de actividades que también cultivan la disciplina y la rutina como las artes o los deportes?
A lo largo del tiempo muchas concepciones de lo que debe ser y cumplir la educación han cambiado por que también ha cambiado la concepción de lo que debe ser la sociedad y asimismo, los requerimientos o necesidades de la misma frente a los procesos educativos. Hemos naturalizado la idea de que la formación de los estudiantes implica sufrimiento y sacrificio, lo que para mí es una concepción errónea de la vida misma. Por esto, es necesario brindar a los estudiantes otro tipo de espacios que promuevan su salud física, emocional y psicológica.
Para reflexionar finalizo con lo comentado por Eva Rotenberg, fundadora de la Escuela para Padres Multifamiliar. "La infancia se ha convertido en una etapa preparatoria para el futuro en la que se borra el presente. Es una sobreexigencia para toda la familia".