Para saber lo mal que marchan los diálogos de La Habana, si tal nombre merecen, basta ver cómo los defienden Juanpa y De la Calle. Porque se comportan como los toros heridos o matreros, que no embisten con nobleza, sino que tiran tarascadas cobardes.
El Centro Democrático ha presentado 52 objeciones a los documentos que llevan antefirmas de los plenipotenciarios santistas y de los terroristas farianos. ¡Cincuenta y dos! Y no hay una respuesta seria para entrar en contradicción con ellas.
Cuando a un Presidente se le ocurre acusar a un hombre como Álvaro Uribe de “irracional”, es porque anda él, y no el otro, completamente fuera de razón. Y cuando prohíbe los “ataques a la paz” no es porque está en guardia, sino porque siente mortalmente herido su ego de Narciso.
Pero no hay que caer en la trampa, y no vamos a contestar con parejas muestras de irascibilidad y desconcierto. Sigamos con argumentos y razones, demoliendo el monstruoso edificio que se levanta en Cuba.
En escrito pasado demostramos que en la parte que atañe a la participación política de los bandidos no contritos quedaban dibujadas cerca de once instituciones nuevas, que demolían la estructura democrática y le entregaban el país a las Farc, vuelto pedazos. No hay una sola respuesta a esas demoledoras denuncias. Y no puede haberla. Porque ahí están, una por una, esas monstruosas figuras que devoran el orden institucional de la República, que se convertirá en un caos al servicio de los que dejarán las armas sin entregarlas, para usarlas cómodamente en los amplios espacios que aquellos documentos les abren.
Ahora venimos con el mortal ataque que el capítulo sobre el campo contiene contra la empresa agrícola y la propiedad privada. Porque en esas líneas se contempla lo que enseguida se dice.
El Fondo de Tierras dispondrá de x (la X es del texto comentado) millones de hectáreas que provendrán:
“Tierras inexplotadas. Tierras recuperadas mediante la aplicación del actual procedimiento administrativo de dominio, por incumplimiento de la función social y ecológica de la propiedad”.
Pues ocurre que no hay extinción de dominio mediante procedimientos administrativos, ni la figura vale para tierras a las que solo pueda hacérseles la tacha de que estén insuficientemente explotadas. Sucede que el Código de Extinción de Dominio, ese pomposo título se le ha dado a la norma dispuesta para dañar la antigua Ley de Extinción de Dominio, no contempla la aplicación de la figura sino para bienes sobre los que se ha practicado una actividad ilícita, (artículo 15 del Código) y siempre mediante sentencia que ponga fin a un proceso judicial en el que se respeten los derechos de defensa previstos en la Constitución. (Artículo 5 de la misma norma).
En consecuencia, la sanción para las tierras inexplotadas que no se hayan adquirido como resultado de la comisión de un delito, es decir, la extinción de dominio, decretada además mediante “procedimiento administrativo”, es la ruina de la propiedad privada, para sentar las bases de las formas de propiedad colectiva que el pacto con las Farc establece. Los agricultores y ganaderos quedan notificados de que un Consejo, previsto también en el Acuerdo, Pacto o Tratado proyectado entre Juanpa y sus amigos delincuentes de las Farc, dispondrá de sus tierras sin pagarles un centavo de indemnización. A estas alturas valdrá recordar que la Extinción de Dominio no da lugar a la indemnización prevista en la Constitución para las expropiaciones.
Iracundo, De la Calle nos agrede por la televisión, lanzando la tarascada de que mentimos al afirmar que lo que propone y firma en La Habana es el fin de la empresa y la propiedad privadas en el campo. Le sugerimos que deje a un lado la bravata, que no nos inmuta, y venga al terreno de los argumentos. Y que nos explique cómo será la extinción de dominio por vía administrativa, cuando a juicio de las Farc y los funcionarios de Santos, una tierra incumpla su función social y ecológica. Más razones y menos muecas, le pedimos.
En el documento sobre el sector agropecuario, no hay una sola referencia a la empresa agrícola y apenas alguna mención a la propiedad legítima de la tierra. Y no por casualidad. Porque de lo que se trata es de imponer el régimen castrochavista en Colombia. No olvidemos que el catecismo de esa nueva religión es el libro La Paz se Negocia, no se Conquista, escrito para Colombia, entre otros, por el General Miguel E Rodríguez Torres, el hombre fuerte del régimen de Maduro. Es que se trata de importar el Socialismo del Siglo XXI. Y Juanpa y De la Calle se ponen furiosos cuando quedan en evidencia. Y acorralados por la verdad, tiran tarascadas, como los toros heridos o como los que nacieron sin valor y sin nobleza.