Miranda, departamento del Cauca, tres cadáveres de policías se encuentran ubicados en una patrulla. Estos miembros de la fuerza pública, aparentemente, fueron asesinados vilmente por el grupo terrorista del ELN.
Observo, al día siguiente, un video que circula por las redes sociales y que ya se torna viral. En el video, filmado a pocos minutos de la emboscada criminal, se observa a un grupo determinados de personas que corren alrededor de la patrulla atacada. Con lo inmediato de los eventos, la posibilidad de que alguno de los agentes atacados se encuentre con vida es totalmente factible. Pensaría yo, sin esperar el desenlace del vídeo, que quienes corren de manera desesperada hacia el vehículo atacado buscan brindar primeros auxilios a los recién atacados. Pues no, esa horda de desalmados corren despavoridos a desprender de sus pertenecías a los patrulleros atacados.
Es increíble e inexplicable lo que se observa allí. Personas riéndose, apropiándose impunemente de todo lo que allí observaban, incluso, hasta de los fusiles que portaban los policías asesinados, contemplando la muerte y la sangre de la manera más pacífica y desgraciadamente divertida, como se observa en los rostros de quienes aparecen en ese inquietante vídeo. Asco y vergüenza nacional (e internacional) ante este dantesco espectáculo, que, aunque no lo crean nos desnuda como sociedad.
Algo anda muy mal en nuestra sociedad. Aquí no se trata de un hecho aislado de una persona en particular. En ese vídeo, como ya se mencionó, observamos a un grupo de por lo menos diez personas, ninguna de las cuales, si quiera, intenta acelerarse con ánimo solidario a quienes muy seguramente, y aunque moribundos, todavía daban sus últimos suspiros de vida. Aquí primó el morbo del saqueo y de la toma de las imágenes. Como también ha primado el morbo y la insensibilidad de quienes burdamente han querido sacar provecho político precisamente por eso que vemos en las imágenes, irrespetando el dolor de las familias de los tres abatidos.
Es posible que tantos años de guerra, de masacres, homicidios, falsos positivos, linchamientos, torturas, por parte de grupos guerrilleros, terroristas de izquierda y de derecha, miembros y agentes del Estado, miembros de la sociedad, políticos, en fin, tanto derramamiento injustificado de sangre, nos ha convertido a todos, o a la gran mayoría, en seres insensibles ante el dolor y sufrimiento ajeno. No sé, algún circuito de normalidad ha fallado en nuestro núcleo social. Cómo explicar, si ello no es así, ¿que un importante grupo de personas prefiera hurtar y saquear antes que salvar una vida? ¿Que se prefiera filmar o grabar antes que ayudar? ¿Ambas acciones no son igual de enfermas y repugnantes? Mi escaso entendimiento del comportamiento humano me impide siquiera analizar lo que observé fastidiosamente en esas imágenes, pero lo que si está claro, y no necesito ser psiquiatra para determinarlo, es que somos una nación y sociedad enferma.
Notas:
- A finales de septiembre pasado, causó estupor, un vídeo igualmente viral, en donde se observa a varios individuos asesinar con cuchillos y piedras a un indefenso hombre, ante la mirada de un público sediento de sangre y de imágenes morbosas de muerte. En ese vídeo, como en esta ocasión, no se observa a ninguno de los morbosos e insensibles espectadores, realizar ningún acto positivo en defensa del moribundo hombre que suspiraba por última vez ante las insensibles miradas de quienes vimos allí, pero esta vez fue en otra latitud del país, ocurrió en Santa Marta, Magdalena.
- Independiente de lo expuesto es bueno anotar que en nuestra legislación colombiana está tipificado el delito de omisión de socorro, en el que incurrirían aquellos que pudiendo auxiliar a una persona cuya vida o salud se encontraré en grave peligro, no lo hiciesen.
