Hay ideas centrales del Plan de Desarrollo que, de realizarse, le permitirían a Colombia dar un gran salto… Con tanta bulla y tanto cambio de funcionarios del primer nivel y otros bochinches, parecieran diluirse los buenos propósitos.
En dos semanas llegamos al primer año de gobierno de Gustavo Petro. En realidad, ha sido una película muy movida y pareciera un período bastante más largo. Once ministros, Sarabia, Benedetti, reformas a la salud, laboral, Roy dentro, Roy fuera, Velasco bien en Cámara, mal en Senado (según como se vea), MinCultura vacante después de cinco meses, violencia en alza en los territorios, tasa de cambio, para sorpresa de todos, revaluándose, Ministerio de la Igualdad gigantesco, Nicolás y el hombre Marlboro según la exnuera del Presidente, etc., etc.
Toda esa bulla no ha permitido ver qué elementos, fuera de toda duda, en el plano de las propuestas, son convenientes para el país. Sí, el papel lo aguanta todo, puede decirse. También que las políticas hay que escribirlas. Y, claro, ejecutarlas.
Me puse a examinar el tema de ciencia y tecnología (CyT) con algún detalle, lo que este gobierno propone. Aclaro que no estoy de acuerdo con el desmonte del sistema de salud, ni con la reforma laboral. Con lo primero, porque soy de la opinón que cualquier reforma debe enfocarse en mejorar el sistema actual y sí, de acuerdo, en llevar los servicios de salud a lo que llama el rural disperso. La laboral, francamente, poco tiene que ver con la realidad de los jóvenes de hoy ni con las condiciones en que se desempeñan centenares de miles de pequeñas y medianas en empresas, verdaderas creadoras de valor.
Pero en el cuento de CyT, lo que el Plan de Desarrollo de Petro plantea, creo que tiene toda la razón. A la gente se le olvida que desde hace más de treinta años, los sucesivos planes vienen diciendo que aumentarán la inversión en CyT a través del indicador más conocido, el de investigación y desarrollo (I+D) para que sea el 1% del PIB. ¡Carreta! Ningún gobierno se ha asomado a tal indicador. El saldo, después de misiones que van y vienen, integradas por sabios de verdad, es de lamentar: por ahí el 0,3 % del PIB, una cifra que contrasta con la correspondiente a Israel, Corea del Sur, los Estados Unidos y otros países, por encima del 3%.
De las bases del plan, hay una que es la de “Transformación productiva, internacionalización y acción climática”. Si se mira con detenimiento, uno querría que hubiera la capacidad de gestión para ejecutarla. En realidad, son puros ODS (Objetivos del Desarrollo, Naciones Unidas) que pocos han tomado en serio.
¿Qué compone dicha transformación? Ni más ni menos que transitar hacia una economía carbono neutral; poner en marcha la transición energética; ir hacia una economía sostenible basada en la reindustrialización y la bioeconomía, el aprovechamiento de la naturaleza viva… Ninguna de estas estrategias es comunista o algo que se le parezca. Son características de las sociedades del conocimiento, o sea las que crean valor basados en el ídem.
A propósito de la transición energética, que tanto ha dado de qué hablar, el Foro Económico Mundial se inventó un índice (I.T.E) y en un informe que salió hace un par de semanas a Colombia no le va mal: entre 2013 y 2023 queda en el puesto 39 entre 120 países medidos. El índice se refiere al avance en normas, a las innovaciones, financiamiento, educación y talento humano, infraestructura relacionados con la transición. Parece ser que en el listado del FEM, para emular el ciclismo, el pelotón delantero de los primeros 20 países le ha tomado una ventaja enorme a los demás, incluida Colombia. Obvio, en la punta están los escandinavos, suizos, alemanes, británicos… Ningún comunista. ¡Ah¡ Brasil anda en el puesto 14…
Volviendo al Plan Petro, el tema de la reindustrialización y la bioeconomía es de toda la pertinencia y abre unas posibilidades inmensas a los empresarios.
: ¿Por qué no exportar bienes y servicios intensivos en biotecnología dada la gran biodiversidad colombiana?
¿Es la colombiana una economia extractiva? No cabe el maniqueísmo acá, es decir, responder con sí o no. El mercado interno es servido por empresas de todos los tamaños de prácticamente todos los sectores. Pero nuestras exportaciones, durante muchas décadas, han dependido de un puñado de commodities, como ocurre con la argentina, la ecuatoriana, la venezolana… En nuestro caso petróleo, níquel, carbón, cafecito, oro… Con el café hay que tener mucho cuidado, pues es un bien exportado por centenares de miles de productores que arrastran millones de personas y que colocan en el mercado mundial verdadera calidad…
Lo que sí es cierto es que nuestras exportaciones actuales, con algunas excepciones, no son intensivas en conocimiento, en tecnología. Nadie desprecia a Corea del Sur. ¿Por qué? Porque lo que exporta hoy es tecnología y ello equivale a tener altos estándares de bienestar.
Así las cosas: ¿Por qué no exportar bienes y servicios intensivos en biotecnología dada la gran biodiversidad colombiana?
¿Por qué no construir una sólida bioeconomía? Para ello hay que invertir en ciencia y tecnología.
Será tema para otra columna.