El tango ya había sido creado muchos años antes de que yo naciera”, dijo alguna vez Horacio Salgán fallecido el viernes 19 de agosto, con más de cien años cumplidos en junio. “Los que vinimos detrás, con todo derecho podemos enriquecerlo, pero jamás desvirtuarlo”, completaba su concepto quien es considerado el mayor pianista que ha dado la historia del dos por cuatro. El ritmo del cuore, como recientemente lo definió en Medellín el cantor uruguayo Miguel Angel Maidana (1952-2016), también fallecido al mes exacto de haberse presentado el 21 de junio en el aeropuerto Olaya Herrera de Medellín.
Ciudadano ilustre de Buenos Aires, personalidad Emérita de la Cultura Argentina, Premio Konek de Brillante a la Música Popular. Salgán, por cuyas venas corría sangre africana, mantuvo a lo largo de su vida la humildad de los grandes de verdad.
Fue un parte aguas en la renovación estilística del género y pese a lógicas resistencias que sufrió a fines de los cincuenta, es el músico de tango que, junto a Agustín Bardi, recibió más testimonios explícitos de admiración, con decenas de tangos dedicados por sus pares, como consigna el especialista argentino Jorge Göttling.
Salgán decía que así como Astor Piazzolla -- otro grande con el que compartió escenarios y a quien admiró, buscó por fuera de las fronteras del tango-- él dedicó su vida a profundizar su espíritu tanguero. Lo que no fue obstáculo para también recibir elogios de ajenos a la música rioplatense: Arthur Rubinstein, Ella Fitzgerald, Igor Stravinsky y el francés Jean Yves Thibaudet, quien en 1998 confesó quedar en shock durante todo un recital de Salgan: la técnica, la economía de sus gestos, la posición y la forma de su manos, le parecieron excepcionales al punto de dedicarle Salgán el Claro de Luna de Debussy.
Salgán fue un gran escritor de música que no escribía fácil. Quienes han visto sus partituras, resaltan sus indicaciones de fraseo, sus acentos, sus ligaduras, sus silencios. Todo anotado como para que el pianista desconocedor de las entrelineas rioplatenses o bonaerenses pueda recorrer el teclado con las certezas del propio.
Quizás su composición más enjundiosa sea A fuego lento, estrenada a inicios de 1950 y grabada más de medio siglo después por Daniel Barenboim, así como por ocho violonchelos de la Orquesta Sinfónica de Berlín:
Magníficas composiciones que son clásicos como A don Agustin Bardi, Grillito, La llamo Silbando, Del 1 al 5; Al gran Oscar Alemán, Tango de tus manos, Aquellos tangos camperos, lo tuvieron como compositor.
Por eso años es que cruza reiteradamente el Río de la Plata para alternar con el Club de la Guardia Nueva, fundado en Montevideo por el uruguayo Horacio Arturo Ferrer (1933 - 2014), Boris Puga y otros cultores del tango.
En 1960 forma el Quinteto Real donde todos eran primera figura: Salgán (piano), Ubaldo De Lío (guitarra eléctrica), Enrique Mario Francini (violín), Pedro Laurenz (bandoneón), y Rafael Ferro (contrabajo). En cuatro giras realizadas por Japón- 1964,1966, 1969 y 1981- deleitaron a los japoneses. Recorrieron Europa y forman parte del espectáculo Tango Argentino que en los ochenta proyectó con nueva fuerza el género en el mundo desde el Chatelet de Paris, cuando no, y luego Broadway.
Salgán disfrutaba con la orquesta de Aníbal Troilo, la de Carlos di Sarli y tenía en su altar mayor a Alfredo Gobbi. Admirador de Carlos Gardel, entre sus cantores tuvo a Edmundo Rivero, Roberto Goyeneche, Alfredo Bermúdez, Jorge Durán, Lucio Tavárez, Héctor Insúa, Ángel Paya Díaz, Horacio Deval, Oscar Serpa y Héctor Ortiz.
La discografía, preparada en 2005 por Oscar del Priore para una edición especial del diario Clarín de Buenos Aires- Tango de Colección N°16 -, consta de 361 discos grabados para diferentes sellos entre 1943 y el 2000.