Tangamandapio, el pueblito de crepúsculos arrebolados que hacía suspirar a Jaimito ´El Cartero´ cuando sus ojos brillantes hablaban de su tierra natal, sí existe. Y es precisamente, por la inmortalización de esta población gracias al personaje, que el municipio michoacano de Tangamandapio, México, construyó una figura de bronce en honor a Jaimito ´El Cartero´. Con esta estatua, le dicen al mundo que no son un pueblo imaginario como muchos creen y que fomentan turismo aprovechando la fama que les dio este personaje creado por Roberto Gómez Bolaños y desarrollado por Raúl ´Chato´ Padilla. Memorable y peculiar, Tangamandapio será inolvidable para quienes aún disfrutan de Chespirito y de su encanto.
A 600 kilómetros de la Ciudad de México se encuentra Tangamandapio, un pueblo del Estado de Michoacán. Desde el 25 de julio del año 2012, Jaimito, ´El cartero’ es el hijo pródigo de Santiago Tangamandapio, un pueblo que decidió elevar al personaje de televisión a la estatura de un héroe local, por haber dado a conocer este municipio michoacano a lo largo y ancho de varios países latinoamericanos. El principal mérito del personaje era la nostalgia que sentía por su tierra natal, aquel lugar de 'crepúsculos arrebolados’, tan bello que no aparecía en el mapa, 'aunque era aún más grande que Nueva York’.
Tangamandapio es un vocablo de origen chichimeca, una etnia casi extinta en Michoacán, que significa "tronco podrido que sigue en pie". El pueblo con su nombre fue fundado mucho antes que el imperio tarasco. En 1822 se le asigna el nombre de Santiago Tangamandapio, en honor del que ahora es su santo patrono.
'El Chato’ Padilla no era, evidentemente, oriundo de Michoacán y mucho menos de Tangamandapio. "Pero Don Jaimito sí, y eso es lo que importa", dicen los del pueblo que están convencidos de que la efigie del noble cartero colocada a la entrada del municipio, como un guardián eterno con una carta en la mano lista para entregarla, es un detonante para acercar al turismo a este lugar.
Fabricada en bronce puro, la estatua (o como decía El Chavo del 8: "el menumento") de Jaimito El cartero, mide dos metros de alto y fue elaborada por Arturo Valencia, escultor zamorano, con un costo de cercano a los 20.000 dólares.
Este monumento también rinde un homenaje a un oficio que en la actualidad se encuentra a la puerta del olvido en la medida que gana espacios Internet con correos electrónicos y las redes sociales.
Los jóvenes de estos tiempos ya no escriben cartas, prefieren "evitar la fatiga".