Este país arrastra sus cicatrices y tremendos ladrillos, sobre todo cuando se aproximan las elecciones. Muchos, no la mayoría, pero un poco de gente agresiva con colosal voz, se pinta la cara y se enfila para la guerra, todo se encrespa, hasta las flores se ponen a punto de tiro, aquí no hay ideas políticas, aquí no predominan conceptos, ni se admite un minuto de argumento; entre nosotros impera la rabia, la acusación fácil, el prejuicio disfrazado de política, ese peligroso y pobre me contaron que o tengo miedo de….
En cualquier debate de ministerio, de universidad o de bar, Petro es asesino, Uribe es asesino, Fico es asesino, y Fajardo es imbécil porque no toma posición y dispara en el polígono de tiro; te jodo o me jodes se propone como la consigna para salir del paso, la derecha exhibe su camisa negra y la izquierda se funde en un estilo bien de derecha.
Umaña Luna, un gran maestro, se refería al Partido Conservador y al Liberal como dos vertientes de un mismo río. Bien podría agregarse que el mismo río de sangre, un río de cortes de franela, de silencios impuestos; las mismas corrupciones compartidas, los mismos acuerdos de élite, el mismo frente nacional para siempre, las cooptaciones con la Iglesia, iguales reverencias al poder de los políticos con sus grandes solapas, la unidad de los siameses, la pobreza de siempre que ayer el Dane calculó en el 42 % de la población, igual o peor que en los años cincuenta, sin cuenta diría uno.
¿Y la izquierda, la izquierda que tiene posibilidades por primera vez? Pues con Armando Benedetti, con Roy Barreras (dos que dicen ser la izquierda de la derecha); buscando alianzas con César Gaviria, igual que Federico; ambos, izquierda y derecha, rogando una bendición, una untura de aprobación, los dos sentaditos con las manos nerviosas sobre los muslos, haciéndose de informales sin corbata, pero visiblemente contentadizos ante el poder fastuoso del expresidente, un expresidente que representa a una especie de Demiurgo, con la supremacía moral de quien no quiere pero quiere, el expresidente que exhibe ante estos dos penitentes cazadores de alianzas su valiosa colección de arte y su enorme chequera de votos para las cuentas burocráticas.
_______________________________________________________________________________
Ese es el profundo vacío de las opciones y en ese vacío los idiotas útiles, o inútiles, debatimos, escribimos, tomamos posiciones de duelo
_______________________________________________________________________________
Ese es el profundo vacío de las opciones y en ese vacío los idiotas útiles, o inútiles, debatimos, escribimos, tomamos posiciones de duelo. Soy de izquierda, soy de derecha, que miedo otro Maduro, cuánto horror otro Trump, dos vertientes, sin duda alguna, ya decía Umaña, de un mismo río. Ese parece nuestro gastado y cerrado foco de discusión, nuestro diálogo de chicha o de absenta. Y luego todos se extrañan, interrogan y critican que los jóvenes no voten, que no crean.
Hace cuatro años, ante un panorama no mejor que el de ahora, escribía acerca de un colegio donde las niñas decían “no podemos votar por Petro, porque si gana ese señor apenas nos va a dejar una casa, un carro y, lo más terrible, una sola mascota”.
También decía, y poco de ese rastro ha cambiado, que hasta la médula estamos del mercado del miedo, del terror epistémico que han conseguido inocular a nuestro ADN, esa manera de ir a las elecciones como la proximidad a la silla eléctrica.
Seguramente en la segunda vuelta electoral de la que no escaparemos, será mayor el miedo respecto de Petro que la desconfianza ante Federico Gutiérrez, como le oí a alguien muy serio, escogiendo entre la guillotina y el cianuro, pero el resultado ya se conoce. Lástima; andamos, por lo visto y oído, bastante lejos del júbilo.
…….