No había escuchado hablar de los talibanes hasta que en 1998 un miembro de la Cruz Roja Internacional, holandés, llegado a Colombia procedente de Afganistán, contó de las ejecuciones que se realizaban, de manera periódica, en escenarios deportivos con la asistencia de miles de personas. Amputación de miembros, lapidación de mujeres por adulterio, aplastamiento de presos políticos con bulldozers, entre otras atrocidades.
De ahí que ayer, cuando cayó Kabul a manos de los insurgentes talibanes, me preguntara cómo era posible que Estados Unidos, aún la primera potencia mundial económica y tecnológica, pudiera perder la guerra contra un ejército de bárbaros. Las fotos de los helicópteros sacando personal gringo de la embajada en Afganistán evocaban, obviamente, las de Saigón, hace 56 años. Pero lo de Vietnam fue otro cuento. Estados Unidos se metió en Vietnam con un enemigo formidable que ya venía entrenado en su larga lucha contra los franceses, verdaderos ejércitos y guerrillas disciplinadas, con impresionante apoyo popular y con un cuento claro contra el invasor y que, a pesar de los millones de muertos, ganaron la guerra. Lo que sí ha sido una constante es el alto nivel de corrupción de los gobiernos apoyados por EEUU tanto de Vietnam del Sur como de Afganistán e Irak.
Por otra parte, Estados Unidos de los 60 y los 70 no son los de hoy. No me refiero solo al hecho de su pérdida de poder y al ascenso de países como China, sino a que después de la caída del Muro de Berlín y de los retrocesos de la democracia en países europeos y de otros continentes, Estados Unidos, con todos sus graves problemas, es un referente democrático. Amenazado desde adentro por la xenofobia y el racismo como ha ocurrido con el huracán Trump y su enorme apoyo popular blanco, sigue siendo una potencia económica y militar que cuenta con partidos políticos, Congreso, aparato de justicia poderoso, sistema federal y las mejores universidades del mundo.
De ahí que para muchos por estas latitudes el proceso electoral que enfrentó a Trump con Biden despertara todo el interés. Para algunos, como es mi caso, el triunfo de Biden fue un aire fresco para la democracia mundial. Comenzando por el Gobierno Nacional y por otras razones, incluida la de la receta de la lucha castrochavismo, también se le apostó a Trump.
Dicho lo anterior, la caída de Afganistán es el primer gran tramacazo internacional al gobierno de Biden. Los talibanes presidirán ahora el Emirato Islámico de Afganistán. En el mundo de las redes, los datos vuelan: decía ayer Fareed Zakaria (CNN) que en los 20 años de guerra, Estados Unidos había invertido 2 billones de dólares. Algo así como unas 6.5 veces el valor actual del PIB colombiano.
¿Cómo pierden la guerra el gobierno afgano y los Estados Unidos contra un movimiento insurgente del medioevo?
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A punto de culminar Bush su segundo período, al lado del presidente irakí, un periodista local, Montazer al Zaidi, le lanzó un zapatazo mientras le gritaba “perro”
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Hay una foto memorable del 2008: el presidente Bush, en una rueda de prensa en Bagdad, agachándose y protegiéndose con los antebrazos. A punto de culminar su segundo período, al lado del presidente irakí, un periodista local, Montazer al Zaidi, le lanzó un zapatazo mientras le gritaba “perro”. El agresor fue condenado a tres años de prisión, aunque puesto en libertad antes de cumplir el año. Se convirtió en héroe en el mundo islámico por una razón: el desprecio popular por gobiernos sostenidos por potencias extranjeras.
Británicos, franceses y norteamericanos han invadido territorios musulmanes, sunitas y chiítas, con el lema de “liberar” a la población del yugo de fuerzas perversas. En el caso de Irak, en el 2001, de Saddam Hussein. Durante la primera guerra mundial, los británicos justificaban su presencia en la tierra regada por el Éufrates con el mandato de expulsar al Imperio Otomano.
En el 2001, a un mes del 11 de septiembre, Estados Unidos inició la invasión de Afganistán y expulsó a los talibanes que, 20 años después, retornan al poder. Según Zakaria (citando un libro de Carter Malkasian, La guerra americana en Afganistán), algunas de las razones del éxito talibán es que pelean por la fé musulmana, estan dispuestos a morir para ir al cielo y tienen la obligación de matar infieles. Más aún si los infieles son los ionvasores. En contraste, los enemigos suyos, fuerzas militares afganas y norteamericanas, pelean por dinero y, por supuesto, no tienen la moral de combate de los talibanes.
Complejo panorama que abre espacios al ala más ratardataria del Islam y que se suma a las teocracias fundamentalistas y, por un lado, y a la decadencia de los sistemas democráticos, por otro. Torpezas infinitas de la política exterior de los Estados Unidos, incluyendo la de atribuirle la posesión de armas de destrucción masiva a Saddam Hussein, otro bárbaro autoritario, para invadir Irak y propiciar la muerte de centenares de miles de civiles.