Buenaventura como territorio vivo es un espacio en el cual convergen diversas realidades, marcadas especialmente por elementos como el conflicto armado interno, esto debido a la presencia de múltiples actores armados legales e ilegales que hacen que las dinámicas o subsistencia en el territorio están determinadas por acciones como inseguridad e incertidumbre, poniendo a la población en un estado de vulnerabilidad permanente.
Dicho desasosiego, no solo se ha insertado en la vida de las personas como acción para la inmovilización social, sino que también, se ha convertido en parte de la estructura mental de muchos de sus habitantes. Además, se ha perpetuado una desconfianza y poca credibilidad en la institucionalidad del Distrito, en primera medida, por el expediente generado hacia la administración pública del Distrito (Alcaldía) debido a que, en las últimas dos décadas, han sido más los dirigentes que han terminado privados de la libertad o retirados de su cargo que los que no. Esto implica, sin precedente alguno, implementar apuestas de transformación social, mental y de liderazgos que permitan darle un vuelco al sentir de mucha gente del territorio.
Paradójicamente, Buenaventura está rodeado de un mundo de ecosistemas, que van mucho más allá de los seres vivos, comprendiendo dimensiones socioculturales, físicas, místicas y espirituales. Estos ecosistemas, representan conexiones profundas con el territorio, asumiendo con una concepción que no simplemente evoca la búsqueda de bienestar para la actualidad, sino también, tiene una fuerte reflexión desde el pasado ya caminado y futuro que se teje. Es así, cómo estas prácticas se han convertido en movimientos comunitarios y engranaje de la diversidad social, líquida y cambiante.
En la misma ruta ecosistémica, la relación de mucha de la población bonaverense con la diversidad se ha venido repensando con un profundo interés de salvaguardar y seguir su legado, por ello, se han venido generando espacios de diálogos y construcciones de estrategias de conservación. Esto ha implicado, para muchas personas y procesos, trabajar con las uñas, es decir, en condiciones difíciles, pero con la fiel convicción de que lo que se logra día a día vale el sacrificio.
Generar y sostener diálogos y acciones para la preservación de dicha diversidad, ha estado marcada también por el “lugar” ya que, este determina en cierta medida la respuesta de las personas frente a determinados estímulos. En el contexto urbano de Buenaventura, a pesar de que la mayoría de las personas provienen o tienen descendencia de una zona rural montañosa, fluvial, marítimo costera o simplemente carreteable, muchas prácticas y formas de relacionamiento con el territorio se ha ido perdiendo y para las nuevas generaciones, son prácticas que “no existen”, porque nunca se les ha tocado y cuando escuchan de procesos como “pianguar”, preguntan ¿qué es? pues nunca han escuchado sobre esas prácticas. Esto implica que, la relación del campo con la ciudad debe seguir pensándose, no solo desde las diferencias, sino también desde las cosas en común.
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Sin embargo, no podemos decir que no se está trabajando para la recuperación de estas, puesto que, mucha gente y organizaciones están recuperando prácticas relacionadas con procesos de salud, gastronomía, música, bailes, cuidado del cuerpo, entre otros, tal es el caso de ASOPARUPA con la recuperación los saberes asociados a la partería. Sin embargo, es necesario seguir aunando fuerzas para alcanzar mayor articulación entre urbanidad y ruralidad.
A diferencia de las zonas urbanas, los territorios rurales gozan de un incansable potencial que aún se conserva, no sólo desde los elementos ya mencionados en la urbanidad, sino también, de temas como la recuperación de semillas nativas, sistemas de siembra propios, conservación y aprovechamiento de las fuentes hídricas, relacionamiento con animales (aves, roedores, anfibios, reptiles, felinos, carroñeros, insectos, entre otros), peces, el conocimiento de las temporadas lunares, plantas medicinales, etc. Buenaventura en su zona rural cuenta, con un gran poder de conservación de especies y dinámicas para la salvaguarda de la vida, puesto que los territorios rurales de Buenaventura están casi en su totalidad administrados por autoridades étnicas, en su caso consejos comunitarios y pueblos-resguardos indígenas.
Así mismo, en muchos de esos territorios se ha visto germinar procesos organizativos, empresariales y formativos, que tienen como focos principales, la conservación del territorio. Tal es el caso de la Asociación de Mujeres Campesinas Negra e Indígenas de Buenaventura – AMUCIB, una organización que nace con el propósito de empoderar a mujeres y sus familias sobre sus derechos, transmisión de saberes y legado como horizonte para gestar diálogos intergeneracionales.
Pero para entender un poco más a detalle, ¿qué es AMUCIB y qué apuesta tiene para el bienestar del territorio y sus familias? La Asociación de Mujeres Campesinas Negras e Indígenas de Buenaventura -AMUCIB- es una organización comprometida con la igualdad de género, la justicia social y la preservación de las prácticas y saberes ancestrales en el Distrito Especial de Buenaventura. Su identidad y trabajo se ha fundamentado en la conexión profunda con la tierra y los espacios de vida, pues estos son testigos de la riqueza e historia cultural en los variados tiempos. Por ello, una de sus bases es la recuperación incansable de conocimientos y prácticas que se han transmitido tras muchas generaciones, las cuales han dinamizado y visibilizado el esfuerzo de las mujeres rurales de la región.
AMUCIB es una asociación que ha venido trabajando por más de 23 años con mujeres y sus familias en las zonas rurales y suburbanas de Buenaventura, comprometida con ser agente de cambio le apuesta de manera permanente a construir un futuro prometedor para todas las mujeres y sus familias, dándole voces a las comunidades y personas marginadas. El amor por el desarrollo de sus comunidades le ha hecho innovar arduamente en la forma de pensar en el bienestar, desde la cual ha puesto en marcha diferentes actividades formativas, de economía circular y empoderamiento.
*Coordinador de seguridad, soberanía y autonomía alimentaria de AMUCIB.
