Tu historia es lo que tienes, lo que siempre tendrás.
Es algo que debes hacer tuyo.
(Becoming, Michelle Obama)
Desde muy pequeña descubrí que el mundo no fue diseñado para el bienestar de las mujeres y mucho menos para nosotras las afrodescendientes: en el colegio me decían que no era bonita porque mi cabello parecía una “escoba vieja”, mis ojos, boca y nariz eran “anormales” por ser grandes, que no podía hacerme en su grupo o jugar porque los “mancharía”. A medida que crecía, notaba las escasas oportunidades que tenía para destacarme en lugares representativos y cuestionaba mucho mi calidad de vida, lo que me llevó a reflexionar alrededor de la desventaja en la que me encontraba en comparación con otras personas de mí entorno.
Entendí, que antes de nuestro nacimiento como mujeres afrodescendientes, ya nos habían relegado a ocupar ciertos lugares a nivel social, político y económico en el mundo, que nos ha expuesto históricamente a trabajos devaluados, baja remuneración y un consecuente empobrecimiento, entre otras formas de exclusión que se mantienen en distintos niveles de la sociedad. Por ejemplo, la CEPAL (2020) expone que de 7 millones de personas que trabajan como empleadas domésticas en América Latina, alrededor de 4.5 millones son afrodescendientes. Solo en Brasil, el 93% de las personas que trabajan en este sector, son mujeres afrodescendientes. ¿Qué revela este panorama frente a una idea de vida digna para las mujeres afrodescendientes?
Nacer en una de las principales geografías de la desigualdad en la región como es el Distrito de Aguablanca, además, de presenciar a temprana edad el asesinato constante de jóvenes empobrecidos, movilizó en mí una conciencia crítica y activa sobre ser, pensar y actuar en la sociedad.
“La Sucursal del Cielo” como se reconoce a Cali y donde he vivido toda mi vida, es una ciudad dividida social y racialmente. Cali es la segunda ciudad en América Latina con mayor cantidad de población negra o afrodescendiente, después de Salvador de Bahía en Brasil. No obstante, el racismo siempre ha estado presente.
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Aquí el derecho a la ciudad es negado a la gran mayoría de mujeres afrodescendientes, no solo en términos del acceso a los recursos colectivos y servicios básicos que las urbes producen, sino también en su expresión más fundamental: el derecho a la vida digna.
Habitar este contexto, implicaba que tenía que esforzarme mucho más que otras personas para acceder a oportunidades educativas y laborales, reconstruir mi propio mundo y, constantemente re-crear diferentes estrategias para materializar mis sueños y el de otras personas. Mi historia y raíz han sido instrumentos claves para forjar mi liderazgo a nivel individual y colectivo.
Estos elementos de poder, fuerza, esperanza, ensoñación y resiliencia determinaron la capacidad de convertirme en una gerente de programas con gran impacto social en el Pacífico colombiano. Reconocer nuestro liderazgo, reivindicar el rol que desempeñamos las mujeres afrodescendientes y honrar nuestros legados es un paso importante para la construcción de una sociedad más justa, diversa, equitativa e inclusiva en este país.
Pero ¿cuáles son las realidades que afrontan las mujeres afrodescendientes en cargos gerenciales? ¿Qué significa ser una mujer, afrodescendiente, joven y de sector popular en estos cargos de toma de decisión? En el 2022, el Centro de Estudios en Gobierno Corporativo – CESA expuso que solo el 0.4% de las mujeres afrodescendientes participaban en juntas directivas; esto representa una brecha abismal para el acceso a un mercado laboral formal y en cargos de alta dirección.
Es decir, que las mujeres afrodescendientes siguen sin ocupar mayoritariamente espacios de poder y toma de decisiones, significando una gran barrera para la equidad a nivel étnico-racial y de género. Asimismo, las pocas mujeres que acceden a cargos de alta dirección enfrentan desafíos sistemáticos como la sobrecarga laboral, menor remuneración, inferiorización intelectual, entre otras discriminaciones.
Ahora, reconocerme como una mujer afrodescendiente me ha permitido repensar para qué, para quiénes, dónde y cómo gerenciar. Hoy en pleno siglo XXI las comunidades étnicas siguen enfrentando diversos retos para tener una calidad de vida digna.
Por ejemplo, el censo del DANE 2018 expone que, por encima del total nacional, gran parte de la población afrodescendiente se enfrenta a situaciones como trabajo informal (81 %), bajo logro educativo (51%) y rezago escolar (36%). Ante estos desafíos es importante visibilizar la multiplicidad de acciones lideradas por mujeres afrodescendientes que, desde su práctica gerencial, están generando nuevas oportunidades y aportando significativamente a la reconstitución social y política de muchos territorios a nivel local-regional.
Desde mi posición como gerente de programas sociales he centrado el diseño de estrategias para que, por ejemplo, mujeres jóvenes afrodescendientes accedan y culminen un postgrado o para que más de 40 organizaciones del Pacífico colombiano lideradas por una mayoría de mujeres afrodescendientes (alrededor del 70%) cuenten con acompañamiento técnico, financiero y un fuerte análisis interseccional de que les permita contribuir al cierre de brechas sociales, ambientales y de género a través de sus iniciativas, entre otras acciones.
De esta manera, gerencio para seguir plantando múltiples semillas en pro del cuidado y salvaguarda de la vida en nuestros territorios. Somos nosotras las mujeres afrodescendientes un gran impulso para el cambio, tanto en espacios institucionales como comunitarios. Somos gerentes de la vida que transcurre en nuestros territorios.
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Ser una mujer, afrodescendiente, joven y periférica me ha dotado de tal fuerza y poder para ser quien soy hoy. Mí liderazgo se han co-construido desde diferentes orillas, sentires-pensares, motivaciones, sueños y acciones. Ser una gerente afrodescendiente también implica ir movilizando estructuras y relacionamientos de poder, accediendo u ocupando lugares para que otras también puedan llegar.
En un mundo cambiante como este, donde las sociedades enfrentan múltiples retos, se necesitan impulsar la diversidad e inclusión desde el sector público hasta el privado, posibilitando que las mujeres afrodescendientes accedan a cargos de alta dirección. El liderazgo y las competencias de mujeres afrodescendientes es innegable pero silenciado e invisibilizado.
Aquí vale la pena preguntarnos ¿cuáles son las acciones que se están diseñando para promover la equidad, diversidad e inclusión dentro de las organizaciones? Esto es determinante para que las nuevas generaciones de mujeres afrodescendientes puedan habitar otro mundo posible. La presencia de nosotras en espacios de alta dirección es fundamental por nuestra intelectualidad, brillantes, capacidad de agencia y de plantear otras visiones de desarrollo más justo en este país.
La superación de la desigualdad vendrá en la medida que las estructuras cambien y que otras narrativas sean construidas al interior de Colombia; se requiere mayor empatía, respeto, reconocimiento, inclusión para las personas que siempre hemos habitado en los bordes de la vida. De esta manera, los modelos gerenciales también nos deben llevar a pensar el valor de un pueblo que también ha hecho nación pese a su borrado histórico.
Pero, ¿cuál es ese legado que estamos construyendo desde nuestra gerencia étnica? En mi caso, esta gerencia se posiciona para seguir aportando a la construcción de otro mundo posible para las nuevas generaciones, para aquellos y aquellas que comparten una historia común de violencias múltiples y sistemáticas que se traducen en experiencias de marginalización, exclusión, desigualdad y un largo etcétera que intersectan identidades étnicas, de clase social, de diversidad.
En este caminar de transformación, la gerencia ha fortalecido mi talante para existir y re-existir en este mundo y transformar no solo parte mi realidad como individual, sino también lo colectivo.
*Gerente de Pacífico Task Force, Voces de la Equidad y Diarios de Resistencia en el Centro de Estudios Afrodiaspóricos-CEAF- de la Universidad Icesi. Docente universitaria, investigadora y columnista afrodiaspórica.