En la encrucijada de tres identidades minoritarias –ser negra, ser latina y ser mujer– he forjado mi camino como líder, no exento de obstáculos y desafíos. Si bien la lucha por la raza, el género y la etnia son realidades innegables que han moldeado mi experiencia, hoy quiero hablar de la barrera invisible que nos separa a los jóvenes de las posiciones de liderazgo: la discriminación por edad.
¿Por qué la sociedad se empeña en subestimar el potencial de las nuevas generaciones?
¿Acaso la experiencia es el único requisito para inspirar y guiar? El sector tecnológico, por ejemplo, se presenta como la cuna de grandes jóvenes emprendedores, pero la realidad en muchas empresas es otra: burocracia, jerarquías rígidas y una cultura que venera la experiencia por sobre la innovación. Estructuras gerontocráticas que ahogan el potencial innovador de las nuevas generaciones.
¿Hasta cuándo seguiremos midiendo el liderazgo en años? ¿Cuándo dejaremos de asociar la edad con la sabiduría absoluta? Ser joven no significa ser inexperto. La juventud trae consigo pasión, creatividad, adaptabilidad y un ímpetu por el cambio, cualidades esenciales para enfrentar los retos del presente y construir un futuro mejor.
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En mi camino como líder joven, he enfrentado constantemente el escepticismo y las críticas de quienes, en lugar de motivar, solo ven en mi edad una limitante. Me han dicho que no tengo la experiencia suficiente, que aún me falta "recorrido", pero pocos se han ofrecido a guiarme, y a brindarme las oportunidades que necesito para adquirir esa experiencia que tanto valoran.
Lamentablemente, mi caso no es único. Muchos jóvenes talentosos se ven relegados a posiciones inferiores o menos remuneradas, simplemente por su edad.
¿Cómo empoderamos a los jóvenes para liderar? La respuesta es simple: brindándoles oportunidades.
Un verdadero líder no solo dirige, sino que también inspira, motiva y crea espacios donde sus pupilos puedan crecer, cometer errores y aprender de ellos. Un líder abre puertas, no las cierra.
El liderazgo no es un camino solitario. A lo largo de mi trayectoria, he tenido la fortuna de contar con el apoyo de mentores, compañeros de trabajo y amigos que me han enseñado valiosas lecciones sobre la empatía, la confianza, la comunicación y la resiliencia. Ellos me han inspirado a ser una líder que no solo impone ideas, sino que motiva a otros a alcanzar su máximo potencial.
Ser líder es un proceso constante de aprendizaje y crecimiento. Se trata de transmitir seguridad y confianza, pero también de ser vulnerable y compartir experiencias. Es ser un referente para otros, pero también es escuchar y aprender de ellos. Es guiar y apoyar, pero también es dar espacio para la autonomía y la creatividad. Aspiro a ejercer un liderazgo basado en la comprensión, la apertura de posibilidades, la confianza y la experimentación, creando un entorno donde todos se sientan empoderados para contribuir al bien común. He tenido la oportunidad de aprender de grandes líderes que me han inspirado con su visión, pasión y compromiso, permitiéndome tomar las riendas de mi propio camino y respaldándome en mis errores para seguir creciendo.
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Es hora de dejar de lado los paradigmas obsoletos y apostar por el talento joven. Es hora de que las empresas abracen la diversidad y la inclusión, no solo como conceptos vacíos, sino como motores de cambio y crecimiento. Demos a nuestros jóvenes las herramientas y el apoyo que necesitan para desarrollar todo su potencial. Escuchemos sus ideas, valoremos sus perspectivas y abramos paso a un nuevo tipo de liderazgo: uno que nazca de la diversidad, la inclusión y el ímpetu por transformar el mundo.
Soy una joven líder, y esta es mi voz. Una voz que busca desafiar los paradigmas establecidos, abrir paso a nuevas ideas y construir un futuro más justo, equitativo y sostenible para todos.
Invito a todos a reflexionar sobre sus propios sesgos y a abrir sus mentes a la posibilidad de un liderazgo fresco, vibrante y transformador. El futuro nos pertenece a todos, y solo podremos construirlo si damos voz y espacio a las nuevas generaciones.
Porque el liderazgo no se mide en años, sino en acciones. Porque la juventud no es una limitante, sino una fuerza transformadora.
*Manuela Guerra es líder y organizadora de Digital Diáspora, comunidad que busca visibilizar el talento afro en el sector tecnológico. Ingeniera de Software graduada de la Universidad Nacional de Colombia. Embajadora en temas de diversidad e inclusión. Participante activa de comunidades que abogan por los derechos de la mujer en TECH.