Un partido democrático y moderno, fundamentado en el humanismo y el liberalismo, debe poseer 4 pilares específicos talante ideológico. estructura organizativa y participativa, una disciplina en democracia y capacidad de movilización en los diferentes aspectos de la vida nacional que inciden en la cotidianidad de los ciudadanos.
De los anteriores puntos nos vamos a referir al primero, ya que la confusión ideológica conduce a lo que dice la Biblia en la carta de Santiago, capítulo primero, verso seis: “porque el que duda es como una ola de la mar, que el viento lleva de un lado a otro”. De ahí precisamente es que se deben disipar las ambigüedades para que la militancia de un partido democrático puede tener la brújula que la conducirá a puerto seguro.
Con frecuencia nos hemos referido a los términos izquierda y derecha, que en los tiempos actuales, se han prestado para batiburrillos y embrollos, en donde con muy contadas y honrosas excepciones sin ninguna vergüenza. No obstante, sus malquerientes, hay dirigentes políticos muy respetables que dicen ser de derecha, a pesar de que se ha creído falsamente que la izquierda representa el progreso y la derecha la caverna.
Recordando que Ronald Reagan y Margaret Thatcher hicieron lo que se llamó la revolución conservadora, que condujo a la humanidad ni más ni menos que a la derrota en Europa oriental de la estafa comunista del marxismo leninismo, acompañados los líderes antes mencionados por el papa San Juan Pablo Segundo y lech Walesa dirigente sindical polaco. Resaltando que el derrumbe del muro de Berlín fue un acontecimiento de progreso inconmensurable para la humanidad.
En cuanto a la izquierda y la derecha hacemos nuevamente alusión a la frase del pensador español José Ortega y Gasset: “ ser de derecha o de izquierda, es una de las infinitas maneras que se elige para ser un imbécil”. No obstante, lo básico del asunto es no ahogarse en un vaso de agua, tomando como premisa fundamental que el crecimiento y desarrollo de un partido democrático y moderno no puede estar sometido a los calificativos y apelativos que desde otras carpas políticas se le quieren dar, pues las denominaciones izquierda y derecha que aparecieron en la revolución francesa hoy por hoy no tendrían una aplicación práctica en el accionar de los movimientos políticos y serían palabras en desuso.
Si tomáramos como fuente a la revolución francesa, cuya izquierda buscaba el cambio de gobierno y la alternación en el poder, ¿cómo podríamos decir que son de izquierda las monarquías de los Castro en Cuba, los Kim en Norcorea o la camarilla comunista China que nunca van a ceder el poder? Sin pasar por alto que el chavismo en Venezuela siempre le grita a la oposición que nunca volverá, lo que nos dice sin vacilaciones que todos esos regímenes ignominiosos de acuerdo a la revolución francesa no se pueden considerar de izquierda.
No solamente dentro de la confusión conceptual existe la izquierda y la derecha políticamente hablando, también desde el punto de vista moral hay ese par de denominaciones, sin negar que la izquierda política con la izquierda moral en algunas ocasiones no concuerdan, igual sucede con la derecha; porque si tomamos como casos al aborto, la eutanasia, el matrimonio gay o la adopción de niños por parte de parejas del mismo sexo, en donde la izquierda moral para esas situaciones está totalmente de acuerdo, y la llamada derecha moral los rechaza sin importar el partido político al cual pertenece, nos encontramos que dentro de una democracia liberal es absolutamente correcto respetar las posturas de unos y de otros, pero sin que el Estado tenga poderes omnímodos para desconocer la familia tradicional.
De acuerdo a lo anterior, y sin caer de lleno en esquematismos, no se puede ignorar al marxismo cultural, originado en la escuela de Fráncfort y cuyo máximo exponente comunista es Antonio Gramsci, quien creó una especie de panmarxismo y propone la abolición de todos los valores humanos y el desconocimiento de la ley natural, para lumpenizar a las masas con el fin de volverlas más dúctiles a los régimen comunistas, acabando con la vida ordenada y decente que quieren llevar los ciudadanos, en donde la promiscuidad y la falta de moral es la condición necesaria para adocenar y enajenar a la sociedad; sin pasar por alto que los genocidas de Lenin y Stalin antes de Gramsci ya habían impulsado todo ese cumulo de aberraciones con el pueblo ruso, de ahí que en Colombia lo que llaman izquierda democrática debería deslindar campos con el comunismo totalitario que se oculta en el marxismo cultural.
Superando las acepciones de izquierda y derecha, un partido moderno y democrático, en la presente situación, lo que si tiene que proclamarse es antitotalitario, reconociendo como los peores totalitarismos que ha sufrido la humanidad en los dos últimos siglos al fascismo, al nazismo, al apartheid y como el peor de todos al comunismo totalitario o marxismo leninismo, verdadero enemigo de la humanidad, por ser la organización criminal más grande que conoce la historia en todos los tiempos, pues sus asesinatos en el último siglo suman más de 150 millones de ser humanos, con sus más conspicuos “líderes” encabezados por: Pol Pot, Stalin, Lenin, Mao Tse Tung, Kim il sung, Ho Chi Minh, Fidel Castro y en Colombia las bandas armadas de las Farc y el Eln le han hecho su aporte a la cifra mencionada.
Así que un partido democrático y moderno no tiene porque apenarse de proclamarse anticomunista, desde el punto de vista político e ideológico (sin especular) repudiando al marxismo leninismo que ni en la forma ni en el fondo es democrático, y que busca la toma del poder por toda la eternidad, avasallando y esclavizando a los pueblos, en donde una camarilla parasita con la dirección del Estado saqueando los bienes públicos, y reprimiendo a sangre y fuego a las masas.
Por eso para ser antimarxista (anticomunista) no solamente se tiene que ser de la llamada derecha, pues no importa la ubicación en el espectro político, ya que también en la izquierda o en el centro, se puede ser anticomunista, porque para serlo, la única condición es ser humanista que de verdad comprenda y tolere al prójimo, enfatizando que el marxismo es padre del odio, la violencia y la mentira.
A raíz la segunda Convención Nacional del Centro Democrático, realizada el 6 de Mayo, su máximo dirigente el expresidente Álvaro Uribe, zanjó la dicotomía sobre si ese partido es de izquierda o derecha, al manifestar, que no era de izquierda ni de derecha, sino pluralista con valores democráticos contrarios al castrochavismo para donde nos lleva el actual gobierno. Lo anterior demuestra que en un partido moderno los reduccionismos no son procedentes, subrayando por ejemplo que en España el partido Unión de Centro Democrático (UCD), creado después de la muerte de Franco hace mas de 40 años tenía como consigna : “ la democracia está en el centro” y de esa colectividad surgió el actual Partido Popular.
No hay que olvidar que para que un partido democrático y moderno se mueva al ritmo de la historia, sabiendo que su talante ideológico es determinante para el progreso de una nación, debe realizar por lo menos cada dos años su congreso ideológico, ya que de ahí surge la hoja de ruta para no caer en ambivalencias o confusiones.