Mosquera era vástago de ricas familias esclavistas del Estado del Cauca, dueñas de las principales minas de oro de la Nueva Granada, extendidas del Chocó hasta lo que hoy es el departamento de Nariño. Desde muy joven fue vinculado por Bolívar como su edecán, gracias al generoso aporte en oro y esclavos hecho por su padre, quien asumiendo posiciones ambivalentes y acomodadas a la suerte de las batallas, jugó papel decisivo patrocinando una veces la causa patriota y en otras a los realistas.
Después del triunfo de Boyacá y teniendo a Bolívar como ejemplo, tras numerosas batallas y escaramuzas, jugó un papel preponderante en la construcción legal, administrativa y física del vasto territorio incomunicado y sumido en la colonia que dejaron los españoles.
En varias guerras se enfrentó a su pariente "bastardo" José María Obando y a su condiscípulo José Hilario López, seguidores del liberalismo económico, la educación laica, la liberación de los esclavos y el federalismo pregonados por Santander; pero en su primer gobierno y después de haber viajado por Europa y Estados Unidos llegó motivado por abrir vías, modernizar e industrializar el país, rodeándose de ministros liberales, nombrando como ministro de Hacienda a Florentino González partidario del libre comercio.
Posteriormente cambio de bando y en 1861, después de reconciliarse con Obando lideró la primera revolución triunfante contra el gobierno conservador de Mariano Ospina Rodríguez, que abriría las puertas a la Constitución liberal y radical de 1863.
Desde distintos partidos, unas veces como conservador, otras como liberal radical, otras como adalid de un tercer partido y de vuelta al conservatismo, Mosquera durante sus cuatro periodos presidenciales, encabezando ejércitos en las guerras civiles, desde altos cargos públicos como senador y diplomático, junto a sus tíos, hermanos, los Arboleda parientes de su esposa, su yerno Herrán y sus discípulos: Murillo Toro, Eustorgio Salgar, Aquileo Parra, Julián Trujillo y Rafael Núñez, entre otros presidentes que apadrinó, por décadas rigió los destinos políticos, administrativos del Estado del Cauca y del naciente país, envueltos en sucesivas guerras civiles y en la redacción de efímeras constituciones buscando construir la república que se bandeada entre el liberalismo, federalismo radical y promoción de la educación laica de la Constitución de Rionegro de 1863, y el conservatismo hispanista, centralista, católico y de vuelta a la educación religiosa y al catecismo del padre Astete de la de 1886.
Por querer perpetuarse en el poder, directamente o por interpuestos pupilos, Mosquera se parece a Uribe, que con maniobras enmermeladas logró ganar los votos de Yidis y Teolindo para que aprobaran la reelección presidencial y cuando no le permitieron un tercer período escogió a Santos como su pupilo que al traicionarlo desencadenó su visceral oposición y boicoteo al proceso de paz. Al retornar al poder por medio de Duque, Uribe quiere imponer su visión de país y escoger a los futuros presidentes de Colombia lo que ya inició coqueteándoles a los Char para sacarlos de Cambio Radical y promover al actual alcalde de Barranquilla como su ficha para las próximas elecciones.
Mosquera fue activo hombre negocios y además de las minas de oro de sus padres que fueron la base de su inmensa riqueza hasta la liberación de los esclavos, fundó una empresa comercial con sucursales en Londres y New York, donde vivió con su esposa María Benvenuta y su amante Susana Llamas, fue propietario de extensas haciendas y fundó empresas por acciones, para construir caminos como el de Cali a Buenaventura, el ferrocarril de Panamá y el fomento a la navegación por vapor, desde los Estados Unidos y por el río Magdalena.
Álvaro Uribe, descendiente de colonizadores antioqueños afincados en Salgar y extendiendo sus propiedades por otros municipios de Antioquia y Córdoba, al igual que sus hermanos tiene aferradas raíces rurales que se reflejan en su amor por los caballos y las haciendas que ha adquirido en territorios de rápida valorización por importantes obras de infraestructura construidas en sus alrededores.
No tiene el origen aristocrático de Mosquera y en las fuentes de la fortuna de algunos de sus familiares hay "agujeros negros" sobre la supuesta vinculación con negocios turbios ligados al narcotráfico.
Uribe se matriculó en la facultad de Derecho en la universidad Antioquia y mientras estudiaba fundó un negocio para vender jugos. Perteneció al "oficialista" Partido Liberal al abrigo del sempiterno cacique Guerra Serna. Después de breve paso por la alcaldía de Medellín, en 1983 fue nombrado en su primer cargo público nacional, como director de la Aerocivil, desde donde lo señalan de haber contribuido indirectamente, en la expedición de licencias para aeronaves y pistas operadas por narcotraficantes del entonces naciente Cartel de Medellín.
Mientras Luis Carlos Galán se radicalizaba en su inmolada lucha "sicariada" por el narcotráfico y la narcopolítica, Uribe, al mando de Ernesto Samper se afilió al movimiento Poder Popular Liberal, en el que compartió con Horacio Serpa y Guillermo Alberto González entre otros dirigentes, con quienes compartió posiciones progresistas y favorables a negociaciones de paz con diferentes grupos guerrilleros que existían en los años 80 y 90.
No prestó servicio militar ni en los campos de batalla dirigió ejércitos, pero ha sido muy amigo de los altos mandos y de formar cooperativas de autodefensas armadas como las Convivir, promovidas cuando fue gobernador de Antioquia y que abrirían el camino a las AUC, que desde 1995 se organizaron para desarrollar intensa guerra irregular dirigida contra campesinos y poblaciones que habitaban zonas transitadas por la guerrilla y a los que acusaban de ser sus colaboradores, siendo víctimas de numerosas masacres y desplazamientos de sus tierras.
Desde su primer periodo presidencial lideró la ofensiva de las modernizadas fuerzas armadas contra las Farc que las debilitaron y llevaron a buscar negociaciones de paz con el gobierno de Santos quien había sido su ministro de defensa durante los momentos más álgidos de la guerra. Promovió la candidatura presidencial de Juan Manuel Santos y al salirse este de su control, sobre todo cuando inició conversaciones de paz con las Farc, lideró a la bancada de su partido en oposición radical durante el gobierno.
Como senador, sigue comandando las huestes de su partido y de sus afines políticos, del conservatismo y otros partidos y movimientos situados más a la derecha ideológica que al centro. Las posiciones radicales de los ultras del Centro Democrático han contribuido al debilitamiento de la coalición de gobierno que respaldó a Duque, al no poder conformar mayorías en Cámara y Senado, las cuales esperan compensar mediante demandas catalputadas desde algunos organismos de control y tribunales donde cuentan con amigos que saben interpretar los farragosos códigos según sus conveniencias.
Mosquera decidió la suerte del país del siglo XIX durante más de cincuenta años apoyó la Constitución liberal radical de Rionegro en 1863 y después volvió al conservatismo apoyando al exradical Núñez y la conservadora Constitución de 1886.
Uribe sigue sus pasos al abandonar el partido liberal para liderar la ultraderecha y aliado con los sectores más dogmáticos de las iglesias católica y cristianas queriendo gobernar en cuerpo ajeno y desmontar la Constitución de 1991, después de ser dos veces presidente, aunque su imagen ha perdido favorabilidad al ser investigado por sus conexiones personales con el paramilitarismo y otros negocios concretados por sus familiares para enriquecerse, especialmente sus hijos, gracias a los privilegios de estar en el curubito del poder.
Mosquera y Uribe, adictos al poder.