En esa misma dirección debería moverse el presidente de Chile, Sebastián Piñera Echenique, quien anda buscando el muerto río arriba. Creyó que cambiar el gabinete de gobierno era la solución, pero lo que las marchas reclaman es su dimisión no pañitos de agua tibia.
Los chilenos se equivocaron. Cuando lo eligieron presidente la primera vez, en el 2009, comprobaron que orientaba una administración hacia el favorecimiento de la clase privilegiada, de la que él hace parte como uno de los dueños de una fortuna más relevante en el país austral. No obstante, le dieron una segunda oportunidad. Confiaron. Volvieron a lo mismo. Están pagando las consecuencias, pero ya se cansaron.
Pese a las consecuencias que se desencadenaron tras el ajuste en el precio en el transporte del metro y la batería de reformas, el mandatario chileno se ha mostrado renuente a tomar una decisión consecuente con la crisis que vive el país. Su respuesta ha sido la represión.
Los carabineros responden con gases lacrimógenos, agua a presión y balas de goma contra quienes participan de la protesta social. Los disparos no han podido frenar el enardecimiento popular. No son unos pocos, son millares. Una ola incontenible.
Piñera se lavó las manos atribuyendo la situación a la concatenación de medidas, no solo de su gobierno, sino de sus antecesores que convirtieron la inconformidad colectiva en una olla a presión.
Algo sobre lo que se habla muy poco, es el drama que atraviesan los colombianos que migraron en busca de mejores oportunidades. Se encuentran inmersos en una encrucijada. Muchos han optado por regresarse. La situación se ha tornado insostenible.
El problema es que como eran justamente quienes nuestros compatriotas quienes enviaban dinero, ahora es desde territorio colombiano donde se debe reunir recursos para comprarles el pasaje.
Las multitudinarias movilizaciones que colman la emblemática Plaza Italia y que procuran llegar hasta el Palacio de La Moneda, deben llevar a la sensatez al presidente Piñera y darse cuenta, por fin, de que llegó la hora de irse a los cuarteles de invierno.
Infortunadamente él sigue el ejemplo del expresidente Uribe, por quien no oculta su admiración, quien pese a salir quemado en las pasadas elecciones, sigue insistiendo en su propósito de pasar a la historia aun cuando millares quieren que se vaya a descansar en Rionegro y deje al país en paz…