Hoy en día vemos un nuevo problema que se cuece en el seno de Taganga y el cual se sumaría a la historia de los conflictos de este pueblo pesquero ubicado a 20 minutos de Santa Marta: una supuesta red de prostitución y droga que es achacada a la presencia de una colonia de extranjeros, quienes se han radicado allí durante los últimos años. Esta situación es para muchos una bomba de tiempo que en cualquier momento podría estallar.
El hoy paradisíaco refugio turístico no solo ha sido el lugar predilecto para los extranjeros que llegan a visitarlo, sino que también ha sido el sitio escogido por una colonia de israelitas, quienes han construidos incluso hoteles cinco estrellas en su radar.
"Hoy en día, usted viene a Taganga y ve gente de civil armada, y para colmo, extranjera", contó un nativo de avanzada edad de los cuantos que aún quedan en el poblado.
"No nos openemos a que venga gente incluso extraña a invertir aquí, no. En lo que sí no podemos estar de acuerdo es que, esa misma gente extraña e inversionista, trate de imponer una forma de vida en nuestro pueblo", agregó el veterano poblador, cuyo apellido es de los primeros fundadores de la aldea.
Con su cara renegrida y curtida por el sol, el mar, la arena y el tiempo, el nativo taganguero dejó ver su angustia por la convivencia actual en la tierra que lo vio nacer hace 65 años y en la que espera ser sepultado cuando muera. Su nombre, por seguridad, es obviado en este artículo periodístico por petición de él mismo.
Basándonos en varias denuncias, nos dimos a la tarea de ir al cuestionado terruño de pescadores --hoy sitio predilecto de muchos-- con el fin de comprobar su actual realidad. Fue así que nos encontramos no solo con todo lo que se dice que está sucediendo en aquel paraje turístico, sino también con un ambiente nocturno lleno de diversión y éxtasis sin freno ni parámetros algunos.
En dos playas contiguas a la del poblado se realizan rumbas electrónicas y se fuma marihuana sin control ni menoscabo alguno, respectivamente.
Pero a esos lugares de diversión y relax no sólo llegan los visitantes extranjeros, también lo hacen habitantes nativos de Taganga y Santa Marta. Dada la peligrosidad de la noche o el riesgo que existe de llevar cámara fotográfica a cualquiera de los sitios de diversión y relax en el corregimiento, preferimos hacerlo sin nada e incluso no llevamos un celular de alta gama, sino uno sencillo para cualquier comunicación necesaria.
Y, en efecto, comprobamos todo lo que se dice y no se dice, tanto de viva voz como por las redes: Taganga está sin control.
