No solo rechazó el metro y la rima, sino que repudió los asuntos de la poesía elegante y convencional que idealizaba los sueños de grandeza de los banqueros e industriales
"Nos alerta con un experimento democrático llamado poesía, con su canto a sí mismo no pretende ser ególatra ni pretencioso, es el inicio de reconocernos"