En representación de un supuesto ‘interés de la opinión pública’ los periodistas se autoatribuyen hoy la función y el poder que les parezca, sin ser sometidos a ninguna ley que los regule
Tras la ‘arrodillada’ del gobierno ante el NYT y la actitud de los ofendidos por la expulsión de Coronell, la conclusión es que el periodismo se volvió una casta de intocables.
El fin noble de acabar la guerra, terminó mediado por el clientelismo santista que incubó el fracaso de la construcción real de la paz, con puntillazo del Fiscal a la legitimidad de la justicia transicional
Ante un escenario de poca credibilidad, los medios están llamados a estar a la altura de las circunstancias y así poder minimizar las críticas sobre su oficio