.Publicidad. Luego de dieciséis no tan agradables horas de vuelo en clase económica, teniendo que soportar de la manera más cívica posible a dos culicagados que usaban mi espaldar como mesa de juegos —pantalla táctil, no pantalla golpeadora por favor—, que de un momento a otro soltaban unas nauseabundas flatulencias casi tóxicas y que aparentemente […]