Sus años de gloria en la plaza de Las Ventas en Madrid le dieron para ser un próspero ganadero de toros sin pensar en que la fiesta brava está por terminarse
Sucede que no hay verdades a medias. Y pasa que la práctica en la que se tortura un animal hasta su muerte con el fin de divertirse no es ningún acto cultural
Un grupo de individuos armados con banderillas, estoques y otros aparatos, frente a un animal noble, solo e ingenuo, dopado y con hambre, es una pelea desigual