Sin temor a equivocarme, las elecciones del pasado domingo fueron un entuerto político, un despelote, en fin, un completo desorden. La democracia pisoteada
La actual reforma puede hacer al remedio peor que la enfermedad, lo que es mucho decir en un sistema electoral marcado por abstención, clientelismo, política prepago y fraude “en sus justas proporciones”
Es urgente una reforma, no solo de forma sino también de fondo. Y aunque ningún sistema es perfecto, hay que encontrar herramientas que reduzcan los riesgos