Da pavor salir a la calle no solo por el contagio del virus sino porque los atracos se volvieron, parece ser, panorama aceptado por la Alcaldía y las autoridades.
En lo alto de Ciudad Bolivar las familias no le temen al contagio sino al hambre, son vendedores ambulantes y no se pueden quedar encerrados en estrechos ranchos
¿Es ético que en un país tan desigual se presente un espectáculo tan grotesco, que además invisibiliza a los territorios más afectados por la ausencia de Estado?