No estamos ante una manifestación política, ni siquiera una protesta social, es una explosión de inconformismo contra el marginamiento y la inequidad, por el agotamiento de un modelo
La apoteósica marcha del 21 de noviembre, los cacerolazos y movilizaciones, Colombia se manifiesta masiva y pacíficamente. El gobierno de Duque delata su rostro. Despierta una nueva realidad
Empezamos a marchar y comenzaron a sonar las cacerolas; la tarea es fortalecer las expresiones ciudadanas pacíficas y no permitir que la fuerza calle ninguna voz.
El gobierno del presidente Duque se ha preparado como si se tratara de una insurrección y ha hecho una campaña intimidatoria injustificada cuando se convoca a una protesta pacífica
Ciego y sordo, el presidente Duque enfrenta al momento más complejo de su mandato: el paro en el que hay que alzar la voz contra su mal gobierno, sin dejarse provocar
Duque es beneficiario (aunque le cueste aceptar la realidad): podrá mostrar quién es el presidente, conectarse con los ciudadanos, priorizar sus pedidos y cambiar el gabinete. Habrá damnificados
El gobierno trata de desestimar la protesta convocada por su incapacidad para defender la vida de líderes sociales, indígenas, desmovilizados de Farc, incumplimiento de los acuerdos de paz, paquetazo FMI
Duque, su gabinete y su partido desvirtúan la protesta diciendo que los reclamos son mentiras, pero sus reacciones no resisten un filtro de ‘noticia falsa’