Sin ninguna preparación, Iván Duque se encontró con la varita mágica del poder, pero no había aprendido a manejarla y le tocó el más peligroso profesor
El replanteamiento de quienes defienden las objeciones tiene tanta legitimidad como el trámite que se usó después del No: la ‘institucionalidad’ sujeta a las conveniencias de quien tiene el poder
A estas alturas lo que se intuye como propósito de las “objeciones” de Duque es “buscar que la gente salga a votar berraca” en las próximas elecciones. Como en el No
"En lugar de destruir los acuerdos, menospreciar el trabajo que con tanto esfuerzo se hizo, ponernos nuevamente en ridículo, usted debería estar ocupándose de la paz"
Con unas objeciones sin perspectivas de prosperar, no se sabe en realidad lo que busca Duque, pero sí que no le importa el atropello a la institucionalidad para lograrlo