¿Realmente vale la pena permitir arriesgar la vida de muchas personas, mientras que existen otras opciones que pueden dar viabilidad a la educación no presencial?
La realidad demostró que los entornos con mayor capacidad adquisitiva sufrieron menores impactos en el acceso a las actividades académicas, ¿qué pasó con el resto?
Con la llamada alternancia podemos terminar en una educación que no es ni “chicha ni limoná”, ni educación presencial ni educación virtual, un híbrido sin forma