Tras la ‘arrodillada’ del gobierno ante el NYT y la actitud de los ofendidos por la expulsión de Coronell, la conclusión es que el periodismo se volvió una casta de intocables.
"La libertad de expresión debería contener igual que un 'estilo' literario, una estructura, una forma y una idea, que no imponga nuestra zona de confort intelectual o espiritual"