Dueña del secreto de la mejor fritanga de Bogotá, esta boyacense tiene 85 años y no suelta su piqueteadero que empezó vendiendo trozos de rellena en la calle
Setenta y dos años de historia de un piqueteadero donde se vendían mil gallinas al mes y aunque la pandemia los ha golpeado, su receta única mantiene una clientela fiel