Lo trajeron como el gran sucesor de Pékerman y fue un fracaso rotundo. Tuvo que irse a Medio Oriente, donde lo adoran, para relanzar su carrera de técnico
El fanatismo ridículo en Colombia por el fútbol traspasó fronteras y llegó a Norteamérica. La imagen que queda después de cada suceso así es lamentable
Todos en la selección dicen que hace falta, pero él no tiene esa misma actitud conciliadora y se mantiene con esa toxicidad que tanto daño le hace a la tricolor