Lloramos por la suerte de la Amazonía, al igual que por cada hectárea de selva derribada en Colombia. Nada justifica la pasividad de los Estados al respecto
Aunque los recientes incendios en Brasil son los más conocidos, acá la situación no es tan distinta: el año pasado perdimos más hectáreas por quemas que por deforestación
Como respuesta a la indignación por el desastre ambiental en el pulmón del mundo, Bolsonaro autorizó operaciones militares para combatir el fuego. Una perspectiva
Desatamos como respuestas digitales ante la gravedad de la depredación que propiciamos con los incendios, la expansión de la frontera agrícola y las amenazas a la Amazonia que nos oxigena
Las conflagraciones en la selva amazónica sumadas a los líos que enfrenta el planeta dan cuenta de que se necesitan soluciones reales y no pañitos de agua tibia