Quintero puso el papayazo dejando que el centro se convirtiera en un lupanar lleno de vicio. Fico, astuto, en un golpe de gracia comenzó a limpiar aceras y parques
Pero como no hay deuda que no se pague ni plazo que no se cumpla, esa horrible noche acabó y esperamos ver de nuevo amaneceres promisorios de orden, progreso y paz.
Aunque su victoria no resultó sorpresiva, sí resultó sorpresivo el endoso y efecto arrastre que su sello le imprimió a la aspiración de Andrés Julián Rendón