Si el gaitanismo no hubiera sido Gaitán, sino una organización estructurada desde las bases el destino no habría sido la violencia. Sin duda Colombia sería otra
Es la vieja anormalidad, no el conveniente recurso oficialista de una nueva normalidad, lo que se agita en el país dejando su estela de cadáveres, de garrotes, tergiversaciones y atropellos