Esta mañana me subí al TransMilenio con las dificultades de siempre. Una vez adentro, y apretujado como siempre a esa hora, presencié un acto de solidaridad
Ante tanta sequedad política y espiritual vale la pena plantearnos cómo resucitar más acá del horror en un mundo con la consigna egoísta “Sálvese quien pueda”. Reflexión