Carlos Augusto intentó reiteradamente conocer al astro del fútbol. Lo buscó en La Habana y en Buenos Aires hasta que en el momento más inesperado lo logró
Maradona irrumpió en un momento donde el fútbol era cortinilla distractora para la manipulación de masas. Su virtud fue un canto de esperanza para los televidentes
"El astro del fútbol continuó el camino y fue víctima de su popularidad, a diferencia de muchos que al apartarse de la vida pública caen en el anonimato"