El dispositivo que hemos soportado juiciosamente como antídoto colectivo se puede tornar en el tóxico del silenciamiento, la censura o la clausura social, el símbolo de una espeluznante mordaza
Si bien la institución no ha funcionado como debería, pensar en eliminarla o reducirla es contrario a las luchas por la democracia de las Colombias que aún no gobiernan