Como si fuera un concierto de los Beatles en los sesenta, la gente entró enloquecida a comprar cualquier baratija con tal de saciar sus ganas de comprar.
Mientras la mitad de Bogotá pasa hambre y los pañuelos rojos inundan la ciudad, las filas se alargan cuadras. Hubo gente que hasta hizo préstamos para comprar hoy