La aspiración reelectoral de Echavarría estaba en tela de juicio, debido a su edad. Muchos analistas rechazaron la probable llegada de Carrasquilla, defendiendo por conveniencia la perpetuidad del anterior cabecilla (tecnócrata); después, de manera unánime, la contradictoria Corte Constitucional "exceptuó" al Banrep del retiro forzoso reglamentado por la Ley 1821 (aunque ya preservaba los inequitativos regímenes "especiales"), en respuesta a una demanda que aducía riesgos para la supuesta independencia institucional.
En el debate pasó de agache la inconveniencia de cualquier reelección, como demostró ese caudillismo presidencialista cuyos efectos se diseminaron hasta este caso. Tampoco hubo reflexión sobre la razón de ser del Banrep, que solo favorece a los bancos y capitales golondrina, pues, aunque en teoría el país no padece la inflación venezolana, el poder adquisitivo de la mayoría está igual de empobrecido, debido a la concentración de la riqueza y la socializada carencia de ingresos. Y también se ignoró que la hegemonía en política monetaria no depende exclusivamente de los gobernantes de turno, sino de la ideología que adoctrina desde las universidades y los centros de pensamiento con mayor influencia en materia socioeconómica, o imponen los gobiernos multilaterales.
Desde el tándem Gaviria-Hommes, es consabido que el neoliberalismo contraviene los principios constitucionales, los derechos fundamentales y el equilibrio de poderes de la arquitectura institucional, que concebimos en aquella época. Ahora, asombrada, Colombia ingresó a la OECD aunque seguirá distanciada, pársecs, del progresismo tributario y de bienestar que demuestran los representativos miembros de Oceanía y el Centro-Norte de Europa.
Retomando, el proceso en cuestión desató renuncias —maquilladas por motivos personales o familiares— que facilitarían la nominación de una junta directiva prácticamente totalitaria. Y todo sigue siendo igual de confuso, pese a que los grupos de interés reaccionaron con tranquilidad, porque Duque tacó burro o porque la carambola favoreció a Villar.
Recuerden que el Presidente pretendía hacer enroque con Zárate, desde el Banrep hacia el Viceministerio Técnico de Hacienda, con la promesa de reemplazar a Carrasquilla, aunque terminó sustituyendo a un primíparo que asumió la Dirección del Departamento Nacional de Planeación. También había designado a Steiner (más de lo mismo) y Galindo, cuyo nombramiento agitó el debate sobre la meritocracia.
Respecto a Villar, es el primer gerente del Banrep que no es "doctor", aunque la hoja de vida publicada exponía ese "error"; como sea, su trayectoria garantiza la reelección del statu quo, pues desde Fedesarrollo nunca promovió innovaciones para nuestro modelo socioeconómico, que tradicionalmente ha fracasado y permanece en crisis; estuvo vinculado con Asobancaria, gremio del sector que más ha maltratado a los colombianos; y, recientemente, fue Director Ejecutivo del FMI en países hispanos.
El FMI. Y después se quejan porque las cosas solo empeoran, como en Venezuela, aunque hayan refrendado o esquivado al Uribismo. Qué desastre este efecto dominó, cuya última ficha cayó con el guiño de Echavarría a las reformas que Duque haría en 2021.
