Se hace tarde para que la comunidad internacional se allane a dejar atrás la mudez y pasividad, frente al tirano venezolano, que en su afán por eternizar el utópico y deformado Socialismo siglo XXI, se muestra proclive a cometer toda clase de abusos e iniquidades. Epítome de la crisis humanitaria que padece el país, que ha generado el sinnúmero de refugiados que deambulan por el mundo. Realidad que no puede soslayarse y que reclama apoyo moral y solidaridad con la mesa de UN, enfrentada —en desigual lucha—al sátrapa, en mora de ser aislado por el continente, como a la áspera cuadrilla de rufianes que lo secundan y que se embolsillaron con él, la riqueza petrolera. Otrora rica nación, con envidiable estándar de vida, propio de cualquier “jeque saudita”, reflejada en la frase: “Ta barato dame dos”, de la película, "Adiós Miami" (1984), de Antonio Llerandi.
Penuria vergonzante, que duele de verdad a sus amigos, cuyos sufrimientos se agrandan día a día, y que van camino a eternizarse, producto del autogolpe de Estado continuado, perpetrado por el camaleón de marras, con el beneplácito del inconstitucional Tribunal Supremo —“express”—, accesorio de la horda de malandros atrincherados, luego de perder las elecciones legislativas de 2015, lo cual los llevó a desconocer caprichosa y arbitrariamente al Congreso, la mayoría calificada de los dos tercios, la eliminaron del principio democrático: “Una persona, un voto”. Forajidos que impidieron el referéndum revocatorio, aplazaron las elecciones indefinidamente, secundados por los enriquecidos chavistas, los militares sobornados con poder y prebendas, y los “colectivos” paramilitares, sostén —a cualquier costo— de la cúpula de mando, lo que requiere de una drástica y perentoria solución.
Conflicto al que ahora se agregó la mal llamada constituyente, que anuncian impondrán a sangre y fuego, a través de la opresiva Guardia Nacional, trasformada en la deshonrosa escolta pretoriana de un gobierno ilegítimo, incapaz y corrupto, en la que se soporta el régimen, copia al carbón del Congreso fascista de las Corporaciones de Mussolini; de los soviets de la extinta Unión Soviética; de los “bantustans” del apartheid surafricano; de los “batallones de la dignidad” de Manuel A. Noriega; de los sanguinarios “tonton macoutes” del déspota, Duvalier —“Papa Doc”—, de ingrata recordación. Sobran los ejemplos.
Patria de Bolívar, qué al decir de Almagro, es un "pueblo que llora, lucha y sufre, pero no pierde la esperanza de recobrar la democracia". El hemisferio espera que se supere la ostensible división manifiesta en la reunión de consulta de la OEA, que imposibilitó alcanzar los dos tercios (23) de votos necesarios para aprobar la declaración auspiciada por EEUU, Canadá, México, Perú y Panamá, sustentada por el secretario de RE de México, así: “Es importante que se reconozca que en Venezuela hay una ruptura del orden democrático”. “Creo que, hoy por hoy, (Venezuela) no es una democracia”, “estamos viendo rasgos, francamente autoritarios, registrados por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), determinado por el uso de tribunales militares para enjuiciar civiles, lo que nos debe preocupar a todos, pues igual nos involucran a todos”. Tácita condena de la que se apartaron, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, con posturas diametralmente opuestas, agregados los 14 estados de la Comunidad del Caribe (Caricom). Falta de consenso asumido como victoria por el ALBA.
Tenebrosa boliburguesía, compuesta por Maduro -burro que apenas rebuzna-, Diosdado, Tareck El Aissami y Elsy Rodríguez y compinches, que caerán al final. Pandilla que mata por hambre, falta de medicamentos y en las protestas, clara violación de la Carta Democrática Interamericana —inédita en el universo—, adoptada por aclamación en Lima en la Asamblea General extraordinaria de la OEA, el 11 de septiembre de 2001, la cual “reforzó” los instrumentos para la defensa activa de la democracia representativa en la región.
Según registro extraoficial, han muerto en Venezuela, en las protestas y saqueos, principalmente por hambre, 84 personas. La versión oficial registra 63 fallecidos. Incontables heridos y detenidos, 500 de ellos a órdenes de los tribunales militares, no obstante ser civiles. Colombia no la tiene fácil en los 2.219 kilómetros de frontera porosa, con el incómodo vecino, urgido de distraer la opinión y tensionar el ambiente con algún acto intervencionista que excite el nacionalismo y extienda el sojuzgamiento del pueblo. No sería extraño, que el día menos pensado, el acosado tiburón cometa un acto suicida. Mientras más represión, más resistencia, enseña el manual de manejo de conflictos.
Espeluznante situación que llevó a la fiscal general —confesa chavista— Luisa Ortega, cotejada con Francisco de Miranda, que se cansó con la apatía del pueblo, o con Bolívar que luchó no solo contra los españoles, sino contra los suyos, guiados por Páez —el primer Chávez que gobernó su patria— que lo desterró. Fiscal que deslució la confusa y farragosa monserga revolucionaria que acusa de terroristas a quienes hacen uso del derecho constitucional de protestar, según declaración al The Wall Street Journal: "No podemos exigir un comportamiento pacífico y legal de los ciudadanos si el Estado toma decisiones que no están de acuerdo con la ley".
El desafío geopolítico que para la región representa, el torpe y grotesco caníbal, que asedia y avasalla y es una amenaza que no admite mansedumbre, resignación, indiferencia, sino la unión y acción del vecindario, en salvaguardia de su propia seguridad, integridad e intereses comunes, que prevengan la hilarante y desafiante parodia, que lleva 18 años de agotada autarquía, lo cual urge -aunado al paquete de sanciones estadounidense- el embargo petrolero, que ponga freno a la incoherente política que representa la compra del 20% de su producción, por EEUU, que le vende medio millón de barriles que diluye en los crudos pesados —difíciles de comerciar—, algo nunca sucedido en más de 100 años de actividad petrolera, sin tomar en cuenta que Trump calificó lo que allí ocurre, como una “vergüenza para la humanidad”.
Las fuerzas vivas no pueden permanecer impasibles frente a la antidemocrática, ilegítima y fraudulenta Asamblea Constituyente, cuya mitad de los miembros serán elegidos por sectores controlados por el oficialismo, y el faltante, con reglas amañadas. En los territorios dominadas por el oficialismo, tendrán, proporcionalmente a su población, más delegados que en las zonas donde la oposición es fuerte, lo que asegura de antemano una AC dominada por Maduro, que en el presente no ganaría ninguna elección, de ahí la suspensión de las elecciones regionales. AC lo que en vez de zanjar las disputas las potencia.
Fraude a la Constitución que agravará la caótica realidad y destruirá lo poco que queda de democracia. La convocatoria -al estilo cubano- elude las solemnes formas constitucionales para la “enmienda” o “reforma” de la Carta, que no autoriza a Maduro a convocarla directamente, sino que sólo lo faculta para dar inicio al proceso, que debe pasar por la AN, controlada por la oposición. Según el art. 347 de la C, la convocatoria corresponde al pueblo, que la aprueba por referendo o algún mecanismo similar. Disposición desconocida por Maduro, con el dócil aval de los sombríos órganos, constitucional y electoral. Para maquillar el atropello, anunció que someterá la nueva Constitución a referendo. Despreciable, trivial e irrelevante sofisma, que una vez instalada, se declarará —de seguro— soberana, lo que abre la puerta, de par en par, para hacer lo que le venga en gana.
