En estos días de aislamiento tenemos más tiempo para recordar a los amigos que se fueron, al mejor amigo, a un hombre que admiré sin límites. El que dio sentido a la vida porque con él siempre había retos. Hoy recuerdo el texto que escribí para su última exposición en Nueva York en el 2016.
Fernando De Szyszlo Valderomar nació y murió en Lima (1925- 2017), y fue un poeta sublime en el arte de la pintura. Su obra nos asoma a instancias imposibles y a desafíos posibles. Puedo decir que es un alma gemela de Marcel Proust en cuanto al sentimiento cercano a la melancolía y a la memoria. En su creación, Szyszlo buscó un cruce de palabras inevitable, su credo fue buscar imágenes a los acontecimientos. Le gustaba por igual entender dos palabras cargadas frío como moverse en territorios de inconmensurable provocación.
Todos sus tiempos estrictos están presentes en su obra, todos aliados a los segundos de un reloj certero, mientras su memoria prodigiosa indaga diversas imágenes de historias ancestrales que mezcló con certeza a su lenguaje pictórico.
Mar de Lurín, 1985
Siempre fue una ávido lector, quizás por eso Mario Vargas Llosa fue siempre su mejor amigo. Alimentaba su pintura de un conocimiento sin tiempo, Fernando de Szyszlo se nutrió de la mitología Inca y de la energía en movimiento del río Lurín, de las reglas de los dibujos de Nazca, de la ingeniería astronómica de Machupichu, y del urbanismo de las civilizaciones que vivieron en Cuzco. Su mundo llega hasta el océano Pacífico en donde la cordillera de los Andes no es un obstáculo para alcanzar los arrecifes o la geografía ancestral de ríos sin cauce que desembocan en desiertos.
En esa mezcla de espacio y geografía que hoy llamamos cartografía Szyszlo da un salto, quiso imaginarse un paisaje donde ocurre el sacramento del amor y el sacrificio de la muerte, en medio de un secreto mítico de religiones sin dios donde imaginaba la orfandad del hombre. El paisaje interior aparecer como el ancestro indescifrable de una geografía en donde el horizonte desértico se asoma al mar de Lurín, y complementa la forma serena con un centro magnético de contradicciones.
Al pintar imágenes míticas, Szyszlo se asomaba a lo agnóstico como si fuera parte de su ser. En su obra, las rigurosas formas geométricas vienen cargadas de códigos de honor secretos. La luz y la sombra las asume siempre desde el claro oscuro de Rembrandt.
Mesa ritual, 1985
Una vez comprendida la composición, viene otro primer plano: una mesa ritual, una hoz guerrera, un trozo arquitectónico de formas que nos dejan presentir la vulnerabilidad y la ferocidad de la condición humana. Sobre esa profunda complejidad, la lógica de Camus preguntaba ¿Por qué nos olvidamos de que somos descendientes de seres humanos? Ese olvido, explica Camus, es la angustia heredada de buscarle significado a la existencia, la complejidad del alma que se respira por los poros.
Otro proceso importante en la obra de Szyszlo es el manejo del rango de colores, texturas, trasparencias cargados de poesía. Las superficies alteradas por territorios invisibles representan el alma que no sabemos donde se reivindica con volumen. Se trata de moverse entre mundos refinados en los que el buen gusto da paso a una conducta ética blindada de valores imperturbables.
Todas sus facetas son inteligentes, asimiladas a La idea fija de Paul Valery, un impulso irreprimible del artista que conoció el recorrido sin conocer el territorio. Nada corresponde a un acto espontáneo porque el recorrido es parte de una lógica imperturbable, parte de la razón de ser, es conocer el destino sin saber el camino.
Serie Paracas, La Noche, 2011
Se trata de un artista hombre que exploró los inaccesibles caminos de los hombres, con simbología esquemática de formas geométricas, túneles en el tiempo, mesas-hombres que sobreviven al sacrificio del amor, colores magnéticos donde el mundo violeta hace parte del horizonte universal. Rojo y azul son los mundos cromáticos entre el día y la noche mientras la tierra es mar.
En su estudio, Fernando De Szyszlo creaba lo imposible en medio de batallas con sus demonios. Nos dejó la elocuente narración de un artista y su relación con los estados del alma, el lenguajes del arte. Fue un filósofo Surrealista, un agnóstico científico y un poeta pintor.