El Sushi Master fue concebido como un evento en donde varios restaurantes de una ciudad ponen su mejor plato a $13.000 pesos para que los comensales escojan a los mejores de ellos. Así, la gente descubre lugares nuevos para comer y prueba suculentos platos que de otra manera jamás probaría a ese precio. El premio para el mejor es el reconocimiento y la publicidad gratuita que recibe en redes sociales. Sin embargo, se supone que todos ganan; tanto restaurantes como comensales porque se conocen mutuamente y continúan con una relación que trasciende la semana del máster.
No obstante, la pasada versión del Sushi Master dejó lo anterior como una simple utopía. Al menos eso pasó en Bogotá, donde el evento fue un verdadero desastre. Primó el interés por hacer negocio durante una semana que por homenajear al sushi como se supone que debía ser. Al volverse un evento masivo que mueve millones de pesos, y cada año tiene cifras más grandes que el anterior, la mayoría de restaurantes se preocupó por aumentar la cantidad, disminuyendo así su calidad. Por ejemplo, muchos restaurantes servían en platos de cartón para no tener que lavar y agilizar, lo cual afecta la experiencia del comensal en el sitio.
El abuso de salsas, principalmente mayonesa, en un rollo fue tendencia en toda la ciudad. La mayoría de participantes intentaban hacer que la salsa lograra aquello que los ingredientes baratos no podían. Lejos de preparar un plato exquisito para venderlo a 13mil, los restaurantes ofrecían rollos cuya calidad no podía superar ese precio. Es decir, la gente estaba comiendo rollos de sushi que de todas maneras no podían costar más de 13mil. Se notaron las ganas de ahorrar y vender, aprovechándose del Sushi Master.
Me atrevo a jurar que si uno va a cualquiera de estos restaurantes en cualquier otra semana del año los platos son de mejor calidad, porque los precios también son más altos. En ese sentido pasó todo lo contrario a lo que se supone que debía suceder durante un máster; los restaurantes, en lugar de ofrecer su mejor plato, ofrecían el peor y más barato. Es como si se hubiesen puesto de acuerdo. Básicamente, lo que ocurrió en Bogotá este año fue un verdadero engaño porque el evento se vendió como una cosa que no fue. Lástima, porque en años pasados sí se había desarrollado como se suponía que debía ser.
Además, la cocina japonesa fue irrespetada de todas las maneras posibles. Por ejemplo, Hanashi, el ganador del año pasado, presentó un rollo insípido empapado en salsa BBQ y recubierto con nachos mexicanos. Me contaron que hubo un restaurante que hasta le metió chicharrón a un sushi. La receta original de este plato, cuya preparación es todo un arte, fue profanada de todas las maneras posibles; queso costeño, mayonesa, plátano maduro, y más mayonesa fueron algunos de los ingredientes que deformaron al sushi e hicieron aflorar lo peor de nuestro mal gusto durante esta semana.
Puedo decir que probé seis sitios, de los cuales el único que participó como debía hacerlo fue Toshiro Robatayaki, que presentó un rollo que tenía hasta pétalos de flor de pensamiento. Se notaba el esfuerzo detrás del plato. Por lo demás, todos fueron decepciones, incluido Sushi Ink, que el año pasado se lució con el inolvidable Trinity Roll, una verdadera trilogía de sabores que fue mi favorito en 2018. Ese fue el último que probé porque cuando terminé –aunque no fue un mal plato- pensé: si hasta este lugar bajó su calidad, aquí no hay nada que hacer. Apague y vámonos. Solo bastaba ver publicaciones de usuarios en Instagram para deducir la calidad de los rollos embarrados en mayonesa sobre un cartón.
Ojalá que esto no suceda con los otros másteres, de hamburguesa y pizza. Este último se viene en octubre. Le daré su oportunidad porque amo esta receta italiana. Si algo le agradezco a estos eventos es que me han refinado el paladar. Descubrí sitios como Tomy Tomato o Chorilongo, a los que llegué solo a probar una pizza o una hamburguesa y terminé enganchado de forma permanente. Pero si lo que pasó en este Sushi Master en Bogotá se repite, estos eventos podrían deformarse y perder por completo su esencia, lo cual es una lástima. Sin duda alguna, y por el bien del gremio, en Bogotá el Sushi Master 2019 es un evento para olvidar. No tengo ganas de regresar a ninguno de los restaurantes que probé la semana pasada. Si me llegan a invitar a comer sushi a alguno de ellos, prefiero comer otra cosa.