Susacón, el municipio boyacense que no aguanta más con tanta corrupción

Susacón, el municipio boyacense que no aguanta más con tanta corrupción

Elefantes blancos, despilfarro de recursos públicos y malas decisiones administrativas lo han llevado a un estado crítico de pobreza y olvido

Por: Sergio Alejandro Gómez Velásquez
mayo 27, 2019
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Susacón, el municipio boyacense que no aguanta más con tanta corrupción
Foto: Idaligomezmartinez - CC BY-SA 3.0

Enclavado sobre la cordillera oriental, en medio de la frontera entre Boyacá y Santander, se encuentra el municipio de Susacón. Desde los páramos fríos que evidencian la cercanía al nevado del Cocuy hasta la temperatura cálida de la rivera del río Chicamocha, la “Puerta de Oro del Norte de Boyacá” se constituye en lugar biodiverso con exuberantes paisajes naturales, multiplicidad de pisos térmicos y variedad de climas.

Estas potenciales ventajas para el progreso y el desarrollo se han visto socavadas por los graves procesos de corrupción en el municipio. El “Clan de los Rincón” (1992-act) se ha apoderado sin interrupciones del poder político del pueblo desde 1992. Sus alcaldías representadas en líneas de sangre, amigos y favores con contratos y obras públicas fraudulentas han sumido a Susacón a la extrema pobreza y olvido que, al día de hoy, amenazan con desaparecer al pequeño pueblo boyacense.

Aquel lugar que en más de 200 años de historia vio pasar al libertador Simón Bolívar, a Gustavo Rojas Pinilla y a la vuelta Colombia, hoy en día cuenta con menos de 3.000 habitantes en su área rural y urbana. Su población, en un gran porcentaje de la tercera edad, vive de la agricultura y ganadería a pequeña escala. Los diversos cultivos de papa, cebolla, berenjena, maíz, café, curuba, entre otros, junto a las cabezas de ganado para la producción de carne, leche y demás derivados lácteos se constituyen en la principal fuente de ingresos para los susaconenses.

Las actividades económicas a gran escala son mínimas y el impulso a nuevas fuentes de ingresos como el turismo, la venta de artesanías, la minería responsable o algún tipo de industria no han tenido un avance significativo en el pueblo. A esto se le suma las pésimas administraciones sucesivas de varias alcaldías, las cuales han llevado al municipio al descalabro fiscal, económico y financiero. De acuerdo con el ránking de Planeación Nacional, Susacón fue el municipio peor calificado de Boyacá por desempeño fiscal. A lo anterior hay que agregarle los sobrecostos e irregularidades en muchos de los contratos y obras que se han llevado a cabo. Estas han terminado por endeudar aún más al municipio por cifras millonarias mientras que servicios básicos como el acueducto y alcantarillado, la salud o la educación presentan falencias cada vez más graves.

El acueducto y alcantarillado en gran parte de las casas de las zonas rurales si no es inexistente presenta fallas estructurales. El agua que llega tiene altísimos niveles de cloro y contaminación, en algunas de las rústicas tuberías se presentan fugas y en muchas de las casas en las que se había instalado el acueducto dejó de funcionar sin que la alcaldía se responsabilizara del arreglo. El proyecto para construir la infraestructura de agua potable y saneamiento básico fue promovido años atrás por los “bonos de agua” impulsados por el actual ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla. Los “bonos Carrasquilla” se constituyeron en el instrumento financiero de deuda para que municipios pobres que no tenían acceso a créditos lograran gestionar un préstamo monetario que permitiera contar con los recursos suficientes para emprender obras de este tipo.

En el municipio aparte de que las obras de acueducto y alcantarillado presentaran inconsistencias y fallas de diseño, en la actualidad han dejado a Susacón con una deuda que, para septiembre del año pasado ya superaba los 2.500 millones de pesos. Este monto, en gran parte por los altos intereses de la deuda, al día de hoy sigue comprometiendo los ingresos de municipio por el Sistema General de Participación, el cual representa más del 80% de los ingresos del municipio. A esta grave situación se le suma que desde la alcaldía se financiaron unidades sanitarias sin funcionar por más de 7 millones de pesos en casas deshabitadas.

Respecto al área de salud, Susacón cuenta únicamente con un Centro de Salud sin servicios de urgencias y hospitalización. Su administración va por cuenta de una empresa social del Estado denominada Comparta Salud. Está administradora creada durante el periodo de gobierno del Clan de los Rincón ha presentado varias quejas de muchos de los pacientes del municipio. Ellos expresan inconsistencias en la entrega de los medicamentos ya que, además de tener que entregarse en ciudades intermedias, en muchos de los casos no se encuentran disponibles en el municipio. Así mismo, el pequeño centro de salud no cuenta con la unidad odontológica en la que la nación ya había aportado 180 millones de pesos para su instalación.

La educación primaria y secundaria en el pequeño municipio presenta graves fallas. Actualmente la única institución educativa que tiene un funcionamiento regular es la escuela del casco urbano. Por su parte, las dos escuelas que están en el área rural están totalmente deterioradas y abandonadas. Si bien, durante varios años las aulas fueron los centros de enseñanza de cientos de niños campesinos, lo poco que queda en la actualidad es utilizado para el pastoreo y la crianza de cabras.

Según datos de la alcaldía actual de Jairo Alonso Rincón Ortega (2015-2019), en el municipio hay cerca de 370 niños, niñas y jóvenes en edad escolar, pero la realidad evidencia que Susacón se está quedando sin alumnos. En todos los niveles de primaria se calcula que hay entre 30 y 35 niños, los cuales no tienen más de tres docentes para todas las áreas de educación. En bachillerato hay una mayor cantidad de alumnos, aunque en varios casos prefieren irse a estudiar o a vivir en los pueblos vecinos y las ciudades cercanas.

A todo esto, hay que sumarle que desde la alcaldía se hicieron dos contratos por 31 millones de pesos para contratar una profesora de artes plásticas y pintura y otra para danzas. ¿Acaso resulta coherente contratar por cifras tan elevadas a profesoras para estas áreas en un colegio con tan pocos niños? Como si esto no fuera suficiente, la administración también contrató por 5 millones de pesos mensuales a un profesor de baloncesto y fútbol que, al igual que las otras dos profesoras, nunca impartieron clases o fueron vistos por la comunidad. Aun así, el Sistema Electrónico para la Contratación Pública (Secop) muestra que los contratos se hicieron y se liquidaron (aunque rastreando el número de documento de una de las profesoras “coincide” con el registro civil de una menor de 5 años).

A estos hechos debemos sumarles varias inconsistencias más en la serie de contratos y obras que han tenido las últimas alcaldías municipales. En un lugar sin grandes recursos monetarios la administración actual se dio el lujo de contratar a un “asesor ambiental” de 9 millones de pesos por día. De igual manera en el 2017 se hizo un convenio por 700 millones de pesos para la pavimentación con concreto rígido de 3 cuadras, de las cuales una ya estaba pavimentada. En otro contrato de 630 millones de pesos se buscó financiar la provisión de casas prefabricadas a través de tres fundaciones creadas el mismo año y que casualmente tienen la misma dirección de un local de comidas rápidas registrado en la Cámara de Comercio de Duitama (tal vez en los horarios nocturnos las fundaciones se dedican a hacer perros calientes…). Como si esto no fuera suficiente, en una semana se firmaron contratos por 20 millones de pesos para entregar estufas en casas rurales.

Para el año pasado, durante el periodo de Jairo Alonso Rincón Quintana, se generó un gasto de 368 millones de pesos solo en combustible del poco parque automotor de la alcaldía y se contrató por 5 meses con un pago de 90 millones de pesos a un asesor de planeación. A esta lista de despilfarros se le suma el aparente gasto de 100 millones de pesos por las baterías sanitarias de un Polideportivo Municipal construido en el 2011 por un valor superior a los 1.100 millones de pesos. Ese “Centro de Integración Ciudadana” hecho durante la alcaldía de Pupo Alonso Rincón Rincón (2008-2011) requirió la contratación de diseños por más de 40 millones de pesos y una interventoría por 12 millones de pesos.

La trayectoria del municipio durante estos últimos años presenta más inconsistencias, elefantes blancos (como la construcción de una cancha de fútbol al lado de un cementerio que se está derrumbando), despilfarro de recursos públicos y malas decisiones han llevado al municipio a un estado crítico de pobreza y de olvido. La población nativa en su mayoría supera la tercera edad, los jóvenes buscan otros lugares para vivir y trabajar y el paso de los años con administraciones nocivas y corruptas como las del Clan Rincón han dejado nefastas y cuantiosas consecuencias negativas que no aportan al desarrollo del municipio. El Clan Rincón, en cabeza de Pupo Alonso Rincón Rincón desde que ganó la alcaldía en 1992, ha sido el poder político local. “Don Pupo Alonso” ha sido directamente el alcalde en 3 ocasiones e ininterrumpidamente ha llevado a sus candidatos a ganar las contiendas electorales. Cuando no ejerce el cargo ha impulsado la campaña de sus socios, de su cuñado, de su sobrino Silvio Alberto Rincón Ortega (2012-2015) y su hijo Jairo Alonso Rincón Quintana (2016-act).

Susacón además de convertirse en uno de los municipios más corruptos de Colombia, también se transformó en pueblo gobernado bajo una “monarquía” o cacicazgo anterior al paso de Simón Bolívar por esas tierras hace más de 200 años. Los cada vez mayores escándalos por las cuestionadas obras públicas y contratos, las acusaciones de algunos susaconenses a estos dirigentes por compra de votos, la alteración de las cifras de beneficiarios y habitantes del municipio por cuestiones electorales y presupuestarias, y las terribles consecuencias físicas de sus gestiones ponen en el ojo del huracán a este clan boyacense que, queriendo volver a ganar las elecciones locales de este año, están llevando a la “Puerta de Oro del Norte de Boyacá” al borde de la desaparición.

 

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