Pese a que pasaron las elecciones presidenciales, que dejaron como nuevo presidente de la República para el periodo 2018-2022 a Iván Duque del Centro Democrático y una histórica votación para el candidato de la Colombia Humana, en las redes sociales se sienten aún las heridas que ha dejado este proceso electoral, en el que se hicieron señalamientos y se lanzaron todo tipo de insultos entre quienes tomaron partido por las diferentes opciones que se presentaron como alternativas para reemplazar al presidente Juan Manuel Santos.
Nunca antes se había sentido en nuestro país tan alto nivel de agresividad e intolerancia entre personas que piensan de diferente manera, rompiendo con cadenas de afectos entre amigos, aun afectando la unidad de los grupos familiares. De hecho, según un estudio realizado por la Misión de Observación Electoral (MOE) cerca del 20% de las ocho millones de publicaciones en redes sociales sobre temas relacionados con la campaña política estuvieron cargadas de mensajes llenos de agresividad e intolerancia, polarizando al país entre los que se identificaban como amigos del candidato de la derecha y los de la izquierda.
Las estrategias manejadas desde las diferentes campañas, especialmente a través de las redes sociales, lograron captar la atención de sus seguidores, quienes replicaban los mensajes, generando una cadena de opiniones a favor o contrarias a lo difundido, conversaciones que tomaron mayores niveles de hostilidad y agresividad en los últimos días de campaña.
Estos niveles de intolerancia ciudadana reflejan la falta de compresión de los procesos políticos, socavando las posibilidades de un debate sano y respetuoso; expresando carencia de una cultura ética de tolerancia y respeto a las ideas contrarias, desde las colectividades políticas y sus simpatizantes, en las que primaron más los apasionamientos y el fanatismo político.
Lo más preocupante es que estos sentimientos y expresiones de intolerancia se trasladan al proceso de la consulta anticorrupción, en la que se vislumbra nuevamente una guerra mediática entre quienes le apuestan a un triunfo de la consulta ciudadana y quienes se oponen argumentando oportunismo político, abriendo dolorosamente un nuevo capítulo de fragmentación del tejido social y de los valores ciudadanos, permeables a ese tipo de mensajes.
Los resultados de las pasadas elecciones expresaron el cansancio y descontento ciudadano con la corrupción reinante en la actual clase política, abogando por un cambio. En ese contexto la consulta anticorrupción se convierte en el escenario más propicio para avanzar en la superación de los odios y heridas causadas durante la pasada campaña electoral, dejando atrás el lenguaje del irrespeto y la agresión verbal. Con lo anterior, construyendo una cultura de diálogo y tolerancia, sinónimo de respeto y aceptación que permite la convivencia, puesto que para una sociedad es importante aceptar la diversidad, más teniendo en cuenta que como seres humanos pensamos de manera diferente y no somos portadores de la verdad absoluta.
Debemos superar los odios causados durante el proceso electoral para la presidencia de la República, avanzando hacia un camino de reconciliación y convivencia, fomentando la tolerancia, la comprensión y el respeto como condición fundamental para el logro de la paz definitiva.
