¿Sumercé se siente enfermo? (I)

¿Sumercé se siente enfermo? (I)

La enfermedad se establece por unos síntomas que son observables y medibles (diagnóstico). Pueden ser psicológicos, sociales, físicos o biológicos

Por: Hernando Copete Ortiz
febrero 14, 2024
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¿Sumercé se siente enfermo? (I)
Fotografía: Canva

El hecho de estar vivo, en una sociedad y estar sujeto a unos deseos (motivaciones y expectativas de vida), a una comunicación racional, convivir con otros, a sentir un afecto sincero, satisfacer las necesidades y enfrentar las angustias, miedos, temores, que surgen por las condiciones, características específicas de los contextos, de orden psicológico, sociológico, político, cultural, nos lleva a realizarnos una serie de preguntas, que nos permita determinar, si, nuestras expectativas, deseos y bienestar individual como colectivo se pueden materializar o simplemente somos unos seres oprimidos.

En otras palabras, los individuos nos percibimos como sujetos u objetos. Se es sujeto (necesitamos de los otros para sobrevivir: Aristóteles) y puede ser incluido en el sistema social, según la posibilidad determinada por el escenario donde se desarrolla; es decir, se convierte en realidad de acuerdo con determinadas condiciones que les son otorgadas y permitidas.

Lo claro en una sociedad democrática es que no se le puede limitar o eliminar su racionalidad como su libertad.

Se es objeto (objeto del saber/poder), cuando a los individuos se les percibe, representa, cosifica, instrumentaliza, somete, oprime, coacciona, mercantiliza o califica como una cosa, constructo o pieza para el dominio del poder (se etiqueta). Sus derechos no se tienen en cuenta y solo se le manipula, oprime, esclaviza, domina, para beneficio propio (de unos pocos).

Las preguntas que nos debemos hacer para saber si nuestras expectativas de vida se pueden materializar tienen que ver con los procedimientos, técnicas, metodologías, los involucrados, las ideologías (forma producción discursiva y forma de presentar las relaciones sociales), cultura y el contexto, espacio que funciona como un catalizador de las potencias o capacidades del ser humano (conocimientos, habilidades cognitivas, emocionales, decisiones asertivas). Es decir, no es otra cosa que la significación, valoración, importancia que le dan a los escenarios sociales, para una mejor convivencia y crecimiento social.

Estas preguntas son: ¿Quién-es? (involucrados, roles), ¿Qué? (hecho o suceso), ¿Por qué? (justificación de los acontecimientos, hechos, sucesos, decisiones), ¿Cuándo? (temporalidad), ¿Dónde? (espacio, lugar, escenario), ¿Cuál-es? (identificación, perfilación de los actores materiales, inmateriales), ¿Cómo? (procedimiento, metodología, técnica, instrumentalización, formas de articular a los individuos en la sociedad), y ¿Cuánto? (costos, recursos, beneficios, perdidas).

En consecuencia, poder conocer la calidad como las formas de vida de nosotros los colombianos, mirando su contexto ambiental (rico en ecosistemas), económico, político y social, nos debe obligar a responder las siguientes preguntas: ¿Cómo estamos produciendo o creando a la “persona social” en Colombia? ¿Cómo estamos haciendo para que las potencialidades del hombre alcancen las formas más altas de su pensamiento (cognición), sentimiento (afectos), creatividad y acción (materialización)?

Se es muy claro que los procesos biológicos (genética) del ser humano (ciudadano) colombiano se da por la relación y consentimiento entre las parejas. Pero la calidad de las relaciones y las otras formas de materialización social están condicionadas a la significación social y su representación (consciente – inconsciente) y a su contexto, el cual le puede fortalecer o debilitar el valor a la significación y su representación.

Mirar a nuestra sociedad, como un sistema, de manera analógica como lo hacen los médicos, con sus pacientes, al establecer que un grupo de órganos y estructuras asociadas, trabajan en conjunto y de manera armónica para cumplir su función de dar vida; fallan y sus resultados se traducen en enfermedades.

Si esto lo vemos desde la perspectiva social, es simplemente interpretar que las problemáticas sociales no son más que enfermedades (diagnóstico comunitario - público), es ver, determinar cómo nos encontramos enfermos socialmente y cuáles son las causas o determinantes de ese tipo o clase de enfermedad. Es mirar qué entidades públicas, privadas (órganos), no son funcionales, que no existe una excelente articulación y en consecuencia no dan una respuesta clara a las demandas de la sociedad. Son generadoras de las enfermedades sociales.

En este orden de ideas, la enfermedad se fija o establece por unos síntomas que se confirman a través de unos signos que son observables y medibles (diagnóstico). Estos síntomas, de referencia subjetiva, manifestados por quien padece la enfermedad, pueden ser psicológicos, sociales, políticos, físicos, biológicos.

Las enfermedades, en última instancia son un problema. En consecuencia, los problemas que padecemos los colombianos, residentes, como visitantes no son más que una “enfermedad social” y sobre esta enfermedad es la que iremos hacer su diagnóstico.

Redondeando el análisis, podemos deducir que la enfermedad individual, es la que sufre la persona per se; cuando es colectiva, proviene de las epidemias, pandemias o endemias; cuando es social, emerge de los cambios de los estilos de vida, cuyos orígenes surgen de las acciones de nuestros dirigentes, de la ignorancia política de los ciudadanos y de coactar su participación en la construcción del futuro.

Recordando “el malestar de la cultura” de Freud; quien expreso, que las fuentes del sufrimiento son tres (3). La primera es la supremacía de la naturaleza, nuestro mundo exterior, sobre el cual no tenemos un dominio total en su movimiento y transformación. La segunda, hace referencia a la caducidad de nuestro propio cuerpo, que, por sus condiciones genéticas, físicas y fisiológicas, nos permite conocer nuestras limitaciones, capacidades como temporalidad (nadie es eterno en el mundo: Tito Cortés). La tercera fuente, es la insuficiencia de nuestros métodos para regular las relaciones humanas en la familia, sociedad y estado.

A esta altura podemos deducir que el contexto, el cual debemos construir todos, no es el más idóneo para la convivencia y unas relaciones humanas exitosas.

Los sistemas políticos lo que hacen es negar las necesidades de las masas o sociedad en general. La política y los partidos realmente ¿Si comprenden las necesidades de la criatura humana?

Históricamente lo que se ha visto es que, frente a ciertas personas, por su dinastía, poder económico (aliados), a estas personas se les empodera. Otros son sustituidos o eliminados (oposición – “enemigos”). Otros se les percibe como seres insensibles (masa social) que no despiertan nada, que solamente sirven por los votos que pueden captar de ellos y como fuente de la activación económica.

En razón de lo anterior, el objeto de vida para las masas, ciudadanos en general, es impuesto, no es libre, se fideliza (marketing: asociación de datos y emociones), forma de manipular y condicionar el comportamiento social. Se impone una forma de percibir la felicidad como un objetivo, asociándola con la seguridad económica (dinero), la salud, el trabajo.

Si nos encontramos en una sociedad libre de problemas, lo que estamos es percibiendo y sintiendo una cultura, donde la felicidad (no como objetivo) prevalece por encima del sufrimiento (somos constructores del paraíso terrenal).

Noam Chomsky, expresaba que tomar el control de nuestras vidas, se hace a través de la soberanía, libertad y derechos humanos. Y que esto no es otra cosa que proteger a la minoría opulenta y no a la mayoría. Es Ingeniería social, que aplican los políticos, imponiendo necesidades fútiles, que se deben asociar a la “felicidad”.

El diagnóstico sobre la “enfermedad social” que padecemos todos los colombianos el señor Víctor Guillermo Ricardo Piñeros, un editorialista del nuevo siglo, hace su análisis y describe los signos de la enfermedad, expresando que el contexto social (caldo de cultivo de las enfermedades), se caracteriza por la corrupción, una ética y moral en crisis, inseguridad, líderes escondidos (temen ser desaparecidos), pobreza y desigualdad, poder público con malas administraciones, profundización de la polarización (no critican, censuran), apatía e incertidumbre, enfrentamiento de las diferencias, fanatismos, injusticia social.

A lo mencionado yo le añado el abuso de autoridad, represiones, desapariciones, impunidad, feminicidios, falta de acceso a la justicia, las victimas las convierten en victimarios (denunciar ha perdido credibilidad), sobornos, extorsión, tráfico de influencias, nepotismo, peculados, indisciplina social (ley del más vivo), mendicidad, violaciones, asaltos, atracos, engaños (públicos – privados), ciberdelincuencia, alianzas criminales (económicas, políticas), privatizar el servicio público, deserción académica, daño de la imagen como reputación de las personas, organizaciones; familias disfuncionales, pérdida de credibilidad de las instituciones públicas (legitimidad), comparendos, enfrentamientos entre entidades públicas, compra de títulos profesionales, desaparecer personas, masacres (hoy llamadas “asesinatos colectivos”), desplazamientos, presión al campesinado (amenazas) para vender sus tierras por debajo de los precios reales de los predios, residuos contaminantes, deforestación, minería ilegal, etc.

Respecto de lo anterior los síntomas (materializados) que padecemos son: pobreza multidimensional, desnutrición, aislamiento, tristeza, desesperanza aprendida, autoculpabilidad, perdida de la autoestima, insomnio, anomía, desmotivación, perdida del apetito, aprendizaje vicario, pensamientos suicidas, paranoia, consumo de sustancias psicoactivas, ansiedad, alcoholismo, éxodo, perdida del sentimiento de pertenencia (vecindad), migraciones, miedo, apatía, odios, protestas, desconfianza, venganzas, deserción académica, deserción laboral, desplazamiento de la agresión, violencia intrafamiliar, falsos juicios de legalidad, impunidad (escapar de la acción penal), discriminación social, etc.

Para tratar estas enfermedades se establecen técnicas, procedimientos, como medicamentar, vacunar, extirpar órganos, realizar algún tipo o clase de terapia, cirugías, reposo, llevar a las personas a los asilos, penitenciarias, ancianatos; multar, sancionar; legitimar ilegalmente actos y hechos pactados entre personas, discursos coercitivos, indemnizaciones, introyectar miedos, ocultar o desviar la mirada a la realidad, odios, se le dice a la población que “no dar papaya”, se colocaran cámaras de seguridad, se recomienda no circular por zonas de alto riesgo, activar consejos de seguridad, consejos de convivencia, etc.

En consecuencia y de acuerdo con los signos y síntomas, que nos permiten percibir  las  afecciones, lesiones o enfermedades sociales, públicas (comportamiento social), se pueden identificar los siguientes personas (pacientes) que deben ser tratadas: sociópata, revolucionario, disidente, criminal, politiquero, enfermo físico, enfermo mental (demente), enfermo biológico, delincuente, criminal, guerrillero, sicario, bandolero, pandillero, enfermo congénito, corrupto, pirómano, indisciplinado social (ley del más vivo), habitante de la calle, limosnero, abigeo, marihuanero, alcohólico, disidente, pobre, vándalo, estafador, etc.

Debido a lo anterior aparecen, surgen, se crean y fundan instituciones como: las clínicas, hospitales, cárceles, manicomios, consultorios, estaciones de policía, tribunales, batallones, secretaria de movilidad, notarias, partidos políticos, iglesias, cementerios, estado y su estructura, empresas de servicios públicos, centros educativos (escuelas, colegios, universidades), etc.

La existencia de estas instituciones se da, supuestamente, porque su función es la de proteger a la sociedad (comunidad) de todas aquellas personas que se desvían o violan las normas sociales establecidas y los principios morales, como éticos (justicia, libertad, respeto, responsabilidad, integridad, lealtad, honestidad, equidad).

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